Srila Prabhupada en la Ciudad de México
Junio 2, 1972



Acompañado por su Secretario, Syamasundara, y su sirviente, Nanda—kumara, Srila Prabhupada tomó el vuelo a la ciudad de México, a la tarde.  Cuando desembarcaron,  no había devotos a la vista.  Mientras su secretario y sirviente especulaban sobre las circunstancias,  Srila Prabhupada, con aspecto cansado, se sentó sobre su maleta y cantó, esperando—
            Al cabo de casi una hora, se aproximó una pareja de mexicanos.  Mientras la mujer se postraba ante Prabhupada, el hombre se presentaba.  Era el Sr. Araiza, un abogado, y la dama, la Sra. Adela Díaz.  Ellos conocían a los devotos Hare Krsna y reconocieron a su maestro espiritual, Srila Prabhupada.  Habiendo llegado justo del templo,  la pareja le contó a Prabhupada sobre la preparación de los devotos para su llegada.   Srila Prabhupada sonrió y dijo que estaba esperando que vinieran sus discípulos a recogerlo.  La Sra. Díaz se ofreció a llevar a Srila Prabhupada y a su grupo al templo, en su automóvil, y el estuvo de acuerdo.  De alguna manera, se introdujeron en su pequeño auto rojo y se dirigieron a la ciudad.
            “Es una verguenza que se hayan olvidado de Ud.” —dijo la Sra. Díaz.  “El presidente del templo,  Citsukhananda, ha decorado un gran automóvil con flores, para recibirlo en el aeropuerto.”
            Srila Prabhupada comentó secamente.  “¿De qué sirve un gran auto si no está aquí?”
            Llegaron al Centro de ISKCON justo cuando Citsukhananda y un grupo de devotos llegaban al aeropuerto.
            Srila Prabhupada entró al templo a través de la puerta de la cocina.  Un solo devoto estaba cocinando.  Perplejo al ver a Prabhupada,  el devoto le ofreció frenéticas reverencias, y Prabhupada preguntó,  “¿Dónde están los devotos?”  El Sr. y la Sra. Araiza, lo escoltaron a la sala principal, un espacio grande  y abierto, donde los devotos y docenas de invitados estaban esperando.  Cuando la gente vio a Prabhupada, comenzaron a arrodillarse delante de él, con las manos juntas, al estilo de los adoradores católicos.  El se adelantó, deteniéndose para tocar sus cabezas gentilmente.  Una lluvia de pétalos de flores hizo que Prabhupada mirara hacia arriba.   Desde el balcón del segundo piso,   los devotos arrojaban flores sobre Prabhupada y su grupo.  Las paredes estaban adornadas con arreglos florales .  Uno de los arreglos, mostraba figuras de Radha y Krsna y en otro, las palabras del maha—mantra.  ‘ Qué artísticos son ,’ —apreció Prabhupada,  ‘ tal como en la India’.
            Los devotos que estaban en el aeropuerto, regresaron corriendo.  Las caracolas sonaron, y comenzó el kirtana.  Llegó Citsukhananda, sin aliento y disculpándose, y ofreció reverencias delante de Prabhupada.
            “Has creado una atmósfera muy trascendental”  —le dijo Prabhupada.
            “Oh, Srila Prabhupada”,  —replicó Citsukhananda,  “es solo porque Ud. está aquí, que todo es muy bonito.  De otro modo, yo no podría hacer nada.”
            Citsukhananda llevó a Prabhupada a una habitación en el segundo piso, donde en un altar se hallaban pequeñas Deidades de Jagannatha, Subhadra y Baladeva.  El piso recién pintado, aún no se había secado, y un devoto extendió una tela para que Prabhupada pudiera pararse delante de las Deidades.  Aunque la pintura era  pegajosa, Prabhupada retiró la tela y ofreció reverencias en el piso, dejando marcads las huellas de sus pies y de su cuerpo. 
            Regresando a la sala principal,  Prabhupada se sentó en su vyasasana decorada y habló a los devotos e invitados que aguardaban.  Luego de una breve clase,  traducida frase por frase por Laksmi—priya—dasi, Prabhupada se retiró a su habitación.  Eran alrededor de las 6.00 p.m.  Mientras Prabhupada descansaba,  los devotos e invitados, que ahora sumaban varios cientos,  se reunieron en el hall principal, debajo de la habitación de Prabhupada y comenzaron un estruendoso kirtana.  Al cabo de una hora,  aún seguía fuerte.  Al cabo de dos horas, el sirviente de Prabhupada salió al balcón y gritó,  “¡Detengan el kirtana!.” El canto cedió, y el sirviente regresó a la habitación de Prabhupada.
            Srila Prabhupada preguntó desde la cama,  “¿Porqué han detenido el kirtana?”
            “Yo pensé que no lo dejaba dormir”  —dijo Nanda—kumara.
            “Puedo descansar con el kirtana”  —le dijo Prabhupada amablemente.  “No me molesta. Es trascendental.  Diles que continúen.”
            Nanda—kumara, entonces, reapareció en el balcón por encima del gentío y dijo, “Prabhupada quiere saber porqué han detenido el kirtana.  Comiencen de nuevo.”
            El gentío gritó y comenzaron nuevamente a cantar Hare Krsna, Hare Krsma, Krsna Krsna, Hare Hare / Hare Rama, Hare Rama, Rama Rama, Hare Hare, creando olas de vibración sonora bendita que atravesaba el edificio.  Incluso en la privacidad de su habitación,  Prabhupada estaba disfrutando de una reciprocidad singular con el pueblo de México, en su primera noche en el país, a través del medio del santo nombre.

3 de Junio

            A la mañana siguiente, Sábado,  en la primera ceremonia de iniciación en América Latina, Srila Prabhupada aceptó a ocho discípulos mexicanos.  Habló sobre la misión del Señor Caitanya y nombró a los devotos, a partir de los pasatiempos descritos por el en el Caitanya—lila.  Srila Prabhupada explicó la forma en que el Señor Caitanya, había convertido a los no devotos en devotos, durante Sus viajes por toda la India.  Ahora Prabhupada mismo estaba  ampliando los límites de esa misión de prédica, en un nuevo continente, haciendo devotos para el Señor Caitanya, dondequiera iba.
            Prabhupada nunca había visto a los devotos que estaba por iniciar, pero los aceptaba por recomendación del presidente del templo, quien confirmó que todos ellos habían estado cantando dieciséis rondas y siguiendo los cuatro principios regulativos, al menos por seis meses.  De todos los candidatos, solo un joven, un trabajador del negocio de incienso, vivía fuera del templo, pero el también se había afeitado la cabeza y estaba ansioso por aceptar la iniciación.  Cuando se puso delante de Srila Prabhupada, para recibir sus cuentas,  Prabhupada le preguntó,  “¿Quieres una vida espiritual o una vida material?”
            El joven se sorprendió, puesto que Srila Prabhupada no se lo había preguntado a nadie más.  Pensó por un momento, “Quiero una vida espiritual.”
            “Eso está bien”  —dijo Srila Prabhupada, y le entregó las cuentas.
            Luego, Srila Prabhupada se volvió hacia Hanuman Gosvami y le pidió que diera una clase.  Al cabo de unos minutos de hablar,  Hanuman se adentró en una larga y comprometida historia, sin hacer referencia ninguna al sastra.  Srila Prabhupada estaba sentado tolerantemente.   Unos minutos después, lo interrumpió secamente,  “Cesa de contar esa historia estúpida. Habla del Bhagavatam.”  Hanuman Gosvami se dobló como si hubiera sido golpeado en el estómago por las palabras de Prabhupada, pero luego se enderezó y continuó hablando en estricto parampara.
            Después de la iniciación,  Prabhupada instruyó aún más a Hanuman.  “¿Porqué no hablaste de las diez ofensas?”  —preguntó.  “No es muy bueno que cuentes un relato insensato.  Cuando tomamos iniciación,  es mejor dar las cosas más importantes, cómo cantar Hare Krsna y las diez ofensas.  ¿Para qué hablar de estas otras cosas?.”

            Esa noche, Citsukhananda, estando en la habitación de Prabhupada, casi por retirarse, dijo,  “Srila Prabhupada, estoy casi avergonzado de tener que comentarle,  —se que Ud. debe descansar— pero siento que al menos debo informarle que tenemos la oportunidad de estar en un programa nacional de televisión esta noche.”
            “¿Oh?  —replicó Prabhupada.  “¿Cuánta gente lo mirará?.”
            “Unos treinta millones.  Es el show más popular.”
            “¿Treinta millones?”  —Los ojos de Prabhupada se agrandaron. “Entonces debemos ir.”
            Pero Prabhupada, Ud. no saldrá del programa hasta la una  o dos de la mañana.”
            Prabhupada:  “Está bien.  Podemos dormir durante el día.”   Srila Prabhupada no se rehusó en absoluto, pues había observado que la gente estaba ansiosa por oírlo.  La gran respuesta recibida  durante su clase,  indicaba su entusiasmo por recibir su mensaje.

            Citsukhananda:  “Fuímos al estudio de TV y esperamos entre el público hasta la medianoche.  El programa continúa hasta la 1.30, de modo que era una buena hora.  Las 12.30 es el pico del show.  El animador de TV le preguntó a Prabhupada muchas cosas.  Cuando yo traducía todo lo que Srila Prabhupada estaba explicando,  todo el público se quedó pasmado.  Prabhupada les dijo que el mundo podía ser feliz si ellos se limitaban a amar a Dios y a cantar Sus nombres, Hare Krsna.  Parecía muy simple.  En realidad, todos estaban asombrados.  Hasta el animador estaba completamente sorprendido,  por las respuestas de Srila Prabhupada, por su gran sentido de la inteligencia, entendimiento y devoción.  Sus preguntas eran triviales, acerca de porqué los devotos se rapaban la cabeza y usaban tilaka, porqué se vestían como lo hacían, pero las respuestas de Prabhupada, fueron brillantes.”

            Los devotos cantaron con Srila Prabhupada en un kirtana,  acompañándolo con guitarras, al estilo mexicano.  Al final del show,  el animador preguntó,  “¿Puede darme sus bendiciones?”
            Srila Prabhupada exclamó, “¡Todas las glorias a la ciudad de México!”
            El programa terminó.  Citsukhananda dijo al anunciante de televisión.  “Muchas gracias por darnos esta oportunidad.”  El hombre no contestó.  Estaba cautivado por Srila Prabhupada.  Estaba maravillado.  Srila Prabhupada salió del estudio con los devotos,  volviendo al templo para descansar.

            El Domingo a la mañana, Prabhupada caminó unas cuantas cuadras desde el templo, en el Parque Chapultepec, un parque grande y hermoso que se remonta al Imperio Azteca.  Caminando,  se alejó de los senderos trazados y se internó en el bosque, lleno de viejos y enormes eucaliptos.  Los devotos apreciaron la forma en que, sin preguntar a nadie la orientación, Prabhupada  parecía saber exactamente  cómo ir a donde quería y cómo salir del bosque y regresar al templo.
            En el templo, Prabhupada inspeccionó todas las habitaciones. Le dijo a los devotos que era una buena casa, y que debían conservarla. Le gustó.  Sabiendo que su nivel de servicio y adoración era humilde, los devotos se sorprendieron de que Prabhupada pareciera tan complacido con lo que habían hecho.  Por más de un año habían estado esperando ansiosamente su visita, y ahora que había llegado, estaban completamente satisfechos.
            Prabhupada estaba en México desde hacía menos de veinticuatro horas, y aún así los devotos ya habían tenido una serie de incidentes,   —cosas que Srila Prabhupada había dicho y hecho en su país—, para recordar.  Consideró piadosa a la gente de México.  Su humildad, simplicidad y devoción le recordaban a la gente de la India.  “México se parece mucho a la India” —dijo.
            Esa misma mañana, Prabhupada celebró una segunda ceremonia de iniciación.  Esa tarde, en el festival del Domingo, centenares de personas,  tantas como pudieran caber,  se apretujaron en la sala y en el balcón del segundo piso para poder observar al menos a Srila Prabhupada y oírlo.



            Radha-Krsna:  “El primer día que ví a Srila Prabhupada, fue en la clase del Domingo.  Nunca había visto el templo tan atestado.  Y aún así, estaba completamente tranquilo.  Había reporteros, estudiantes, gente interesada en diferentes clases de yoga y trascendentalismo.  Srila Prabhupada habló principalmente de los principios del yoga.  Habló específicamente sobre el Sexto Capítulo del Bhagavad—gita.  Alguien le preguntó porqué desalentamos a la gente de practicar el yoga popular que todos practican.  En respuesta,  Prabhupada desarrolló una descripción de todo lo que el Señor Krsna dice en el Sexto Capítulo, acerca de las cualidades y requerimientos para practicar yoga.   Dijo que el yogi debe practicar el celibato, ir a un lugar sagrado, sentarse y practicar los ejercicios de respiración y todas las austeridades. El yoga ya era muy popular en México.  La gente lo había conocido por muchos años. Yo practicaba yoga, y cuando fui a ver a Srila Prabhupada, lo hice con un grupo de gente que también estaba interesada en el yoga.  Pero cuando vi a Srila Prabhupada,  fue una experiencia muy increíble. Había conocido a muchos yogis, gurus y personas espirituales de la India.  Pero cuando conocí a Srila Prabhupada, fue una experiencia completamente diferente. De pronto todos los otros gurus ya no tenían lugar para mí.  Ver a Prabhupada fue como ver la personificación de todas las enseñanzas de los Vedas,  todas las descripciones dadas en el Bhagavad-gita acerca de una persona completamente autorealizada.  El estaba sentado y hablando, con los ojos cerrados, de un modo tan sereno, sin pizca alguna de expresión material.

            Cuando Srila Prabhupada volvió a su habitación, después de la clase del Domingo, más de quinientas personas se quedaron cantando,  “¡Jaya Prabhupada! ¡Jaya Prabhupada, Prabhupada, Prabhupada, Prabhupada!”     Prabhupada estaba sentado en su habitación con unos pocos devotos, pero el sonido del canto los envolvió.  “¿Qué clase de kirtana es ese? —preguntó Prabhupada.  “Están haciendo demasiado ruido.”
            “Están cantando su nombre”  — dijo Citsukhananda, y salió para tratar de calmar a la multitud.  Mas al encontrarlos fascinados por el canto del nombre de Prabhupada, regresó a su habitación.  “Prabhupada”  —dijo  “ellos quieren verlo.”
            “Bueno, que entren”  —replicó Srila Prabhupada.
            Los devotos hicieron los arreglos para que todos pudieran venir y ver a Prabhupada, de uno a la vez. A través de las dos puertas que conducían a su habitación,  se arregló que las personas formaran una fila, entraran por una puerta y salieran por la otra, para regresar abajo.  Vinieron uno por uno, en una gran procesión.  Luego de postrarse con reverencia y respeto por el gran santo que estaba entre ellos,  hablaban unas pocas palabras en español.
            “¿Qué dicen?”  —le preguntó Prabhupada a los devotos.
            “Deme una bendición, una bendición”  —replicó un devoto mexicano.
            Prabhupada, con su dedo índice que asomaba por la bolsita de cuentas, comenzó a señalar a cada persona, mientras se acercaban a el, y decía, “Hare Krsna.”  Todos estaban muy felices.

Lunes 5 de Junio

            A la mañana siguiente, temprano, Prabhupada preguntó a Citsukhananda,  “¿Qué haremos hoy?”
            “Hemos arreglado un programa en una ciudad cercana, Cuernavaca”  —dijo Citsukhananda.  “Podemos usar toda la plaza céntrica.  La han dado para su clase.  Tienen micrófonos y un escenario y todo,  todo listo para su venida.”
            “Oh, eso es muy bueno”  —dijo Prabhupada.  “Luego se ha programado que Ud. de otra clase en un gran hotel de Cuernavaca”, —continuó Citsukhananda.  “Y después podemos ir a la casa de Laksmi—priya dasi, donde podemos tomar prasadam.”
            “Sí, muy bueno.  Vayamos.”
            Srila Prabhupada tomó un desayuno liviano, y partió para Cuernavaca en automóvil.   En el camino, uno de los devotos le explicó que Cuernavaca, un escenario ubicado en las montañas,  era el sitio favorito de los escritores y artistas, incluyendo a los americanos.
            Cuando Prabhupada llegó. se habían reunido varios cientos de personas  en la plaza principal de la ciudad.  La multitud era variada,  turistas tomando fotografías,  granjeros,  hippies, comerciantes,  artistas y empresarios.   Después de un kirtana, los devotos presentaron  a Srila Prabhupada,  quien estaba sentado en el escenario, delante de un gran letrero con el maha—mantra.  Mientras un devoto sostenía una sombrilla sobre la cabeza de Prabhupada, para protegerlo del brillante sol de mediodía,  Srila Prabhupada habló,  “No somos hippies” —dijo.  “Somos felices.”  La felicidad de los devotos, dijo, proviene de la asociación con Krsna, la fuente de la felicidad,  a través del canto de Hare Krsna y a través de comer el prasadam.  Muchas personas comenzaron a mover sus cabezas, en señal de asentimiento.  Cuando les solicitó a todos que repitieran el mantra Hare Krsna, muchos lo hicieron.
            De pronto, Prabhupada vio a Haihaya, que llegaba con los ejemplares recién impresos de La Conciencia de Krsna es el Sistema más Elevado de Yoga (Krsna Consciousness, the Topmost Yoga System).   Haihaya acababa de obtener los libros del editor, ese mismo día, y Prabhupada estaba muy feliz de verlos.  Interrumpiendo su clase, dijo,  “Ahora todos pueden tomar uno de estos libros y leerlos.”  La gente realmente se adelantó ante la palabra de Prabhupada y comenzó a tomar los libros.  Haihaya solo habí llevado cincuenta ejemplares, pero Prabhupada los vendió todos.   La gente se tomó la libertad de pedirle el libro autografiado, y el firmó cada uno.
            Inmediatamente después de la clase en la plaza,  Srila Prabhupada fue al Casino de la Salva.  Sin señales de fatiga, Srila Prabhupada disertó sobre la filosofía fundamental de la conciencia de Krsna.  El auditorio se interesó particularmente en el hatha—yoga y la teosofía, y Srila Prabhupada respondió cuidadosamente sus preguntas, presentándoles los elementos de la conciencia de Krsna.
            Prabhupada seguidamente,  debía ir a la casa de Laksmi—priya dasi, a tomar prasadam y a descansar.  Pero decidió volver al templo de la ciudad de México.  Los devotos lo condujeron de vuelta, en el automóvil,  llegando alrededor de las 8.00 p.m.  Desde las 8.00 de la mañana hasta las 8.00 de la noche, solo había tomado agua.  Los devotos le ofrecieron fruta, pero el se rehusó.  Se sentó en su habitación, con los ojos brillantes, la cara bendita.  “Esta es la forma de ser feliz”  —dijo.  “trabajar todo el día para Krsna.”
            Prabhupada pidió una taza de leche caliente y puris con azúcar.  Al recibirlos, molió los puris en el azúcar y bebió la leche.  Los pocos devotos sentados con el,  estaban cautivados por la felicidad trascendental de Prabhupada.  “Esta es nuestra vida,  servir a Krsna” —dijo.  “Trabajen todo el día para Krsna y tomen un poco de prasada a la noche.”



Martes 6 de Junio

            Ante cien estudiantes, en un Auditorium de la Universidad Nacional de México, Prabhupada describió la vida de estudiante como una vida de lucha.  Un estudiante tiene que estudiar diligentemente, para no fracasar y luego, después de graduarse, tiene que trabajar duro por su comida y otras necesidades.  La vida material es por lo tanto siempre una lucha, que finaliza con la muerte.   Pero un ser humano debe preguntar porqué tiene que enfrentarse a todas esas luchas y sufrimientos, y cómo liberarse de los mismos.  El auditorium estaba tranquilo, los estudiantes escuchaban con atención,  mientras Srila Prabhupada hablaba.  Mas cuando hizo espacio para las preguntas,  un comunista gritó,  “¿De dónde saca el dinero para pagar su comida, si es tan renunciado?  ¡Yo creo que Ud. pertenece a la CIA!.”   Otros radicales más comenzaron a protestar.  Prabhupada respondió prontamente, a través de su traductor, que puesto que la Universidad no educaba a sus estudiantes en la ciencia de Dios, estaba produciendo ateos, demonios.     Los otros comentarios que hicieron los radicales fueron tapados por los aplausos del público.    Srila Prabhupada convocó el kirtana y la distribución de prasadam,  y el programa formal finalizó.  Se acercaron muchas personas interesadas a Srila Prabhupada, haciendo más preguntas, a través de Hanuman Gosvami, quien traducía.   Los demás se sentaron a tomar prasadam.  Prabhupada se retiró varias horas después.

            El incidente de la universidad,  tipificó la respuesta del pueblo mexicano a Srila Prabhupada.   Con pocas excepciones,  la gente apreció  su trabajo y la pureza de su movimiento.  Como Prabhupada había dicho, la gente era simple y piadosa.  Muchos aún vivían en los pueblos y eran parecidos a la gente de la India.    Prabhupada señaló  asimismo que los mexicanos eran sudras  y que ellos estaban siendo salvados por la misericordia del Señor Caitanya.

            La Logia Masónica es muy popular entre las personas respetables de México, en especial funcionarios gubernamentales,  políicos e intelectuales.  Un devoto, cuyo padre era Masón, arregló que Prabhupada hablara ante una prestigiosa reunión, el Martes a la noche.  Eran reuniones programadas regularmente, con unos sesenta miembros vestidos con el uniforme de su club.  Los devotos celebraron el kirtana, y luego Srila Prabhupada habló en inglés, mientras Citsukhananda traducía cada frase, mientras Prabhupada hablaba.  Prabhupada se refirió al significado y aplicación del varnasrama—dharma, remarcando la necesidad de la religión,  en todos los ámbitos de la sociedad.   El auditorio, aceptando de inmediato la autoridad de Srila Prabhupada y su erudición, hizo preguntas inteligentes, y al final de la charla de Prabhupada, se pusieron de pie y aplaudieron.  Un  oficial glorificó espontáneamente a Srila Prabhupada, alabando su lógica y erudición.  Los miembros de la logia, decidiendo conceder a Srila Prabhupada una donación monetaria,  pasaron una cesta de colecta y se la presentaron a Srila Prabhupada.
            Solo unos pocos devotos habían podido asistir a la reunión, pero al regresar al templo, uno de ellos le dijo a los demás,  “¡Prabhupada tenía la respuesta justa en cada instancia, en el preciso momento en que se le preguntaba acerca de la filosofía, o acerca de la vida, o acerca de lo que fuere!     Todos estaban impresionados.

                                               Junio 7
Miércoles




            En la tarde del Miércoles, Srila Prabhupada salió de la ciudad de México y tomó el vuelo a Puerto Vallarta, en la Costa del Pacífico.  Danny, un opulento corredor de automóviles y amigo del templo de la ciudad de México,   propietario de una villa en la montaña, con vista al mar, había invitado a Srila Prabhupada y a varios devotos a pasar unos días tranquilos allí, antes de que Srila Prabhupada partiera para Los Angeles.
            Un vecino tenía vacas, y los devotos trajeron una para mostrársela a Prabhupada.  “¿Porqué toman la leche de la vaca y luego la matan?·”  —preguntó Prabhupada.   “Es como si yo les doy algo valioso cada día, pero cuando no les puedo dar más un día, entonces ponen un cuchillo en mi garganta.  Eso no está bien.”
            Luego de una lluvia leve, el cielo se despejó.  Srila Prabhupada se sentó afuera, en la terraza, hasta la puesta del sol, con sus discípulos sentados a sus pies, cantando.  La atmósfera era calma, y más allá de la línea de palmeras, los devotos podían ver al sol hundiéndose en el mar. Al sobrevenir la oscuridad,  los mosquitos comenzaron a picar.
            “Prabhupada”  —preguntó Citsukhananda,  “¿no lo pican los mosquitos?”
            “No.”
            “Pues a mí es seguro que sí”  —dijo Citsukhananda.  “Debe ser porque Ud. es un devoto puro y yo no soy puro, por eso los mosquitos me pican.”
            “A lo mejor”  —dijo Prabhupada.  “Aquí son respetuosos, pero en Calcuta no hacen diferencia.”
            Los devotos le hicieron preguntas a Prabhupada acerca de la prédica.  Puesto que mucha gente que conocían practicaba el hatha—yoga,  preguntaron cómo hacer para cambiar la mente de las personas.  Prabhupada dijo,  “Dejen que lo hagan.  Ocúpenlos también en servicio, y ellos se purificarán.”
            Otro devoto preguntó,  “Srila Prabhupada,  la gente siempre me pregunta si he estado en la India.  Ellos piensan que si estoy enseñando yoga, debo haber ido a la India.”
            “Tú simplemente diles que la India ha venido a tí” — replicó Srila Prabhupada.
            Los devotos miraron a Prabhupada con gran admiración.  Sí, Prabhupada era la India, la India personificada, sentada delante de ellos.  Pero el era más que meramente la India; el era el mundo espiritual, todos ellos sabían del mundo espiritual y el había venido por ellos.

*  *  *
            Srila Prabhupada regresó a México en Febrero de 1975.  Durante los tres años que habían pasado desde su primera visita, se habían abierto más Centros en el Caribe y en Sudamérica.  En Trinidad,  la República Dominicana y en Puerto Rico, los discípulos americanos habían trabajado con los devotos locales, para establecer Centros.  También en Caracas y en Buenos Aires mucha gente había contactado a los discípulos de Prabhupada y comenzado a cantar y a leer sus libros.  En 1974, Srila Prabhupada designó a Hrdayananda Gosvami,  Comisionado del Organismo Gubernamental (GBC) para toda América Latina, y desde ese momento, el movimiento de conciencia de Krsna en Latinoamérica comenzó a expandirse rápidamente.  Prabhupada le escribió a su nuevo GBC Secretario:

                 “Así como Hamsaduta y Bhagavan han ido a los países extranjeros e hicieron los             arreglos para un programa concreto de traducción, edición y distribución de  mis      libros,  por el grupo de sankirtana,  asimismo tú descubrirás que los devotos de         Sudamérica están  deseando ayudarte en este noble proyecto, que es para bendición de la humanidad que sufre. Mi propio guru maharaja enfatizó la imprenta y la distribución de literatura, incluso por encima de la opulenta construcción de templos,      y yo también imprimía incluso antes de tener grandes templos en los EE.UU  De       modo que tú debes seguir los pasos de los acaryas previos, a la vez que sigues             estrictamente los principios regulativos, para la fuerza espiritual.”

                Con las bendiciones de Srila Prabhupada  y con una energía intensa y juvenil, Hrdayananda Gosvami viajó constantemente desde un país sudamericano a otro, predicando el mensaje de Srila Prabhupada y organizando la distribución de sus libros en español y en portugués.  Srila Prabhupada estaba complacido de enterarse del progreso de su discípulo.

                “He recibido la copia del De Vuelta al Supremo en Español, y está muy bien hecho. La edición es muy hermosa y te agradezco mucho por hacer  tan buen trabajo. Me agrada saber que has impreso 100.000 ejemplares de esta revista. Ahora, entregalo a todos.  Además, estoy muy feliz de saber que los demás libros van a salir muy pronto.   Si puedes terminar El Bhagavad—gita Tal Como Es en español, y mostrármelo en el festival de Mayapur, eso será muy sublime  Por favor, imprime tantos libros como sea posible, ese es mi verdadero placer.  Por imprimir estos libros de nuestra filosofía consciente de Krsna en tantos idiomas diferentes,  podemos real—mente inyectar nuestro movimiento en las  masas populares de todo el mundo, en especial allí, en los países occidentales, y podemos, literalmente, convertir a todas las Naciones en Naciones conscientes de Krsna.  Gracias por representarme allí en América del Sur, remarcando la importancia de la concurrencia a los programas de la mañana y de la tarde, y siguiendo todas las prácticas espirituales.  Eso es lo deseable.  Sin estas cosas, no hay  vida devocional.”


                En todas sus cartas a Srila Prabhupada, Hrdayananda Maharaja solicitó humildemente a Prabhupada que visitara los Centros más dispuestos a recibirlo, la ciudad de México y Caracas.  Prabhupada contestó que los quería visitar, y que así lo haría en su siguiente gira por Occidente.



            Partiendo de Bombay en Enero de 1975,  Srila Prabhupada hizo su camino al oeste por su ruta habitual:  Hong Kong, Tokyo y Hawai.   Hrdayananda Gosvami voló a Hawai, solo para asegurarse de que Srila Prabhupada iría a México.  En dos o tres ocasiones, entre 1972 y 1975, los devotos de México habían pensado que Srila Prabhupada llegaría definitivamente.  Una vez, estuvieron esperando dos horas su llegada anunciada, con el templo completamente adornado con flores, cuando su Secretario llamó y dijo que Prabhupada vendría más adelante.  En esa ocasión, los devotos  se habían maravillado, y habían arrojado flores y porciones de torta unos a los otros, mientras gritaban y reían.

            Cuando finalmente llegó Srila Prabhupada en Febrero de 1975,  Hrdayananda Maharaja arregló una recepción de primera clase en el aeropuerto.  Convenció a los oficiales del mismo y a  la policía,   que Srila Prabhupada debía ser esperado con un auto especial, justo en cuanto descendiera por la rampa del avión,  que el y su grupo debían pasar por alto las formalidades de inmigraciones y de aduana, ¡y que la policía debía escoltar en sus motocicletas el automóvil de ellos, todo el camino hasta el templo!

            Srila Prabhupada sonrió con placer al ver que todo esto se llevaba a cabo.  Se había preparado para soportar dificultades,  pues a menudo se ha quejado de los funcionarios de inmigraciones, que eran tan ignorantes de la etiqueta espiritual, como para interrogar a un sadhu en la frontera.   A veces comparaba al personal de inmigraciones con perros vigilantes. “¡Ruff!  ¡Ruff! ¿Dónde está su visa?”  Antiguamente, al sadhu se le permitía  entrar incluso al palacio del rey, dijo Srila Prabhupada.  Pero Srila Prabhupada era a menudo demorado,  investigado, puesto en cuarentena, e incluso se le había rehusado entrar a un país.   Por lo tanto, la apropiada recepción del gobierno y de la policía de México, fueron una agradable sorpresa.  Con las sirenas sonando,  dos motocicletas abrieron el paso en la carretera, mientras Srila Prabhupada, muy adornado con guirnaldas, se sentaba en la limusina blanca, cantando en sus cuentas y discutiendo los planes conscientes de Krsna con sus discípulos líderes.

            Para esta visita, los devotos del templo se habían preparado completamente.  Algunos de ellos recordaban la forma en que Srila Prabhupada había llegado en 1972, encontrando el templo casi vacío, con la mayor parte de los devotos camino al aeropuerto, para recibirlo.   Esta vez, habían estado esperando su llegada por semanas.

            Tonio Fernández:  “Ensayamos con la caracola, las karatalas, todo.  Alguien eventualmente subió al techo, y dijo que veía el auto de Prabhupada. De esta forma, estábamos alertas.  Yo estaba a cargo del control del sonido, y tuve que correr desde allí hasta la entrada.  Se había decidido de antemano que todos se sentarían cuando Prabhupada diera una clase.  Pero cuando Prabhupada llegó de verdad,  alguien sopló la caracola fuera de tiempo, y todos los devotos comenzaron a correr.”
           
            Ksiti-mohana: “Era una escena con actores, y la obra era que venía Prabhupada.  Habíamos ensayado, pero ahora era la cosa real.  El primer auto que llegó era el de los sirvientes de Prabhupada.  Los devotos estaban teniendo éxtasis, porque pensaban que era Prabhupada.  En cuanto vieron a un devoto que no parecía mexicano, comenzaron a sentir que Prabhupada estaba aquí.  Los sirvientes de Prabhupada dijeron a los devotos a cargo del programa,  ‘Tranquilícense.   Ahora llegará Prabhupada, en cualquier momento.’ Luego, dos de los sirvientes de Prabhupada fueron arriba para mirar la habitación de Prabhupada, si todo estaba dispuesto o si faltaba algo. Después de eso,  el kirtana bajó un poco de tono, y pudimos oir la caracola.  Pero tuvimos que esperar media hora, porque el auto de Prabhupada venía despacio.  El chico en el techo finalmente vio el auto de Prabhupada, pero se olvidó de soplar la caracola, y comenzó a gritar,  ‘¡Viene Prabhupada!  ¡Viene Prabhupada! ¡Hagan el kirtana! ¡Jaya Prabhupada, Jaya Prabhupada!’ Fue un momento muy excitante.  Luego apareció el auto de Prabhupada y lentamente entró a la propiedad.  Frenó un poco antes de la puerta de entrada.  Luego salió Prabhupada, y todos arrojaron pétalos desde el techo.  Hrdayananda Maharaja abrió la portezuela del auto y Prabhupada, de un modo muy particular, salió y se paró allí, mirando todo alrededor.  Todos estaban ofreciendo sus reverencias a Prabhupada, pero al mismo tiempo no sabían exactamente lo que estaba pasando.
            Hrdayananda Maharaja estaba más excitado que cualquier otro.  Le decía a los devotos,   ‘¡Kirtana, kirtana!’. “

            Nanda-prana:  “Cuando Prabhupada vino al templo, recibió una lluvia de pétalos.  Había dos hileras de devotos y karmis mezclados, y Prabhupada circuló por allí. Todo estaba bien organizado. La gente arrojaba pétalos. Las hileras se iniciaban desde la entrada, todo el camino hasta la casa del templo.  Todos arrojaban pétalos y Prabhupada recorrió todo el sendero hasta el hall principal, donde ellos tenían su vyasasana.  Pero en lugar de ir a sentarse, fue a la pequeña sala del templo, a ver a las Deidades.  Después que Prabhupada viera las Deidades,  miró a la sala del templo,  ‘Oh, cuánto mejoró.’ Luego Hrdayananda Maharaja lo invitó a ir a la vyasasana, donde Prabhupada se sentó y ellos lavaron sus pies e hicieron un guru—puja.  Era un mejor nivel que la primera vez. “

            Roberto Ruiz: “Nunca antes había visto a Srila Prabhupada.  Lo había visto en fotos y en la revista, pero nunca lo había visto personalmente. De modo que estaba muy nervioso.  En cuanto me vea, pensaba, sabrá que soy un embustero. El observará mi naturaleza demoníaca. Luego, finalmente llegó Srila Prabhupada al templo.  Los devotos lo recibieron con una lluvia de pétalos de flores.  La recepción fue bonita, porque en cuanto el llegó al aeropuerto, alguien llamó al templo y nos dijo,  ‘Prabhupada está aquí. Ha puesto sus pies de loto en México’. “

            Ksiti-mohana:  “Las grandes ventanas del salón principal, estaban pintadas con pintura sintética amarilla y el sol brillaba a través del rostro de Prabhupada,  haciendo que pareciera ámbar.  Un hombre estaba a su izquierda, y otro hombre fuerte a su derecha.  Ellos eran los ksatriyas de Srila Prabhupada.  Lo cuidaban  en caso de que alguien quisiera cruzar frente a ellos. Prabhupada comenzó a cantar vande ‘ham y los devotos e invitados trataron de seguirlo, pero la mayoría simplemente escuchó. “
           
            Después del guru-puja, Prabhupada habló en inglés a los devotos reunidos. Como de costumbre,  después de pocas oraciones, sus palabras eran traducidas por uno de los devotos.

            “Mis queridos devotos, damas y caballeros, “ —comenzó Prabhupada, “Estoy muy feliz de verlos nuevamente, ¿después de cuatro años, creo? Traté de volver aquí nuevamente, me gusta este lugar, pero debido a diversos compromisos y también a mi edad avanzada, no pude venir antes.  Pero esta vez, por arreglo de nuestro Hrdayananda Maharaja, he sido obligado a venir aquí.”  Ante estas palabras, los devotos rompieron a reir a carcajadas.   “Así pues, debo agradecerles su amable recepción.  Fui recibido con escolta policial, muy bien, y recuerdo una vez que estaba viajando con el Gobernador de U.P. en 1962, desde Lucknow a Kanpur.  Fue exactamente como aquella vez, escoltados por la policía en motocicletas.
            “Así pues, de cualquier manera,  estoy muy complacido de verlos, que se interesen en el movimiento de conciencia de Krsna.  El movimiento de conciencia de Krsna es muy, muy importante para la sociedad humana.  No es exactamente un movimiento religioso como se comprende en los países occidentales.  La religión se describe en el diccionario inglés como una clase de fé.”


            Una vez más, el mensaje puro y trascendental emergía de la boca de loto de Srila Prabhupada, en la compañía de los devotos de México.  Su grande y santo maestro espiritual, el maestro espiritual del mundo entero, ahora estaba nuevamente con ellos, en ISKCON México, y los devotos lo escuchaban y lo observaban con atención arrobada.
            “Es muy simple y fácil”  —dijo Prabhupada, describiendo la conciencia de Krsna.  “Si no lo saben, si no están educados,  pueden simplemente cantar el maha—mantra Hare Krsna.  Y si son educados,  lógicos, filósofos,  pueden leer nuestros libros, que ya son unos cincuenta.  Habrá unos setenta y cinco libros de cuatrocientas páginas para convencer al filósofo, al científico, al educador, qué es la conciencia de Krsna.  Están publicados en inglés, así como en otros idiomas europeos.  Aprovéchenlo.
            “Junto con la adoración de la Deidad en este templo, celebren clases, al menos cinco horas.  Así como en las escuelas y colegios hay clases regulares,  una clase de cuarenta y cinco minutos,  luego cinco o diez minutos de recreo, nuevamente cuarenta y cinco minutos de clase, de esa forma.
            “Tenemos mucho material de estudio, y si estudiamos todos estos libros, terminarlos tomaría al menos veinticinco años.  Todos ustedes son personas jóvenes, les pido que empleen su tiempo en leer libros, en cantar, en adorar a la Deidad,  en ir a predicar, en vender libros.  No sean perezosos.  Estén siempre ocupados.  Eso es conciencia de Krsna.”
            Prabhupada habló poco, luego hizo espacio para las preguntas.  Un invitado preguntó,  “Si todo es alma espiritual,  ¿entonces, acaso la vida sexual no es también espiritual?”
            Prabhupada:  No hay vida sexual en el alma espiritual.  La vida sexual está en el cuerpo material.   Nosotros no somos este cuerpo.  Pero puesto que estamos en este cuerpo, por lo tanto pensamos en que el placer del cuerpo es el placer del alma.”
            La segunda pregunta:  “¿Quiénes somos, porqué estamos aquí y a dónde vamos?”
            Prabhupada:  “Ustedes son entidades vivientes.  Ustedes quisieron venir aquí.  Tal como yo quise venir a su ciudad.  He venido aquí.  Asimismo, ustedes quisieron venir a este mundo material y disfrutarlo.  Entonces, dado que quisieron disfrutar de este mundo material, han venido aquí.  Krsna les ha permitido que vinieran aquí, y ustedes están tratando de disfrutar de este mundo material.  Eso se llama lucha por la existencia.  Pero nunca serán felices con este mundo  material.  Es simplemente una lucha por la existencia. Por lo tanto, deben ir de vuelta al hogar, de vuelta a Dios, entonces serán felices. Eso es todo.”
            Al final de la sesión de preguntas y respuestas,  una mujer mexicana se puso de pie y dijo espontáneamente en inglés,  “En nombre de todos los invitados y de todo el templo de la Ciudad de México,  le damos la bienvenida.”

            Uno de los discípulos sannyasis de Prabhupada, Hanuman, ha caído del nivel de sannyasa  y se ha casado.  Tal cosa nunca antes había sucedido en ISKCON.   Pero ahora, en el primer día de la visita de Prabhupada a México,  Hanuman, vestido como un jefe de familia, vino a ver a Srila Prabhupada.
            Luego que el grupo de invitados se retirara de la habitación de Prabhupada,  solo permanecieron Hanuman y unos pocos hombres antiguos.  “Srila Prabhupada”  —comenzó Hanuman—, “El Señor Caitanya Mahaprabhu tenía un discípulo en la orden de renuncia,  Chota Haridasa, quien es rechazado de Su asociación porque se puso muy lujurioso por una mujer.  Yo también era uno de sus discípulos sannyasis, y me puse muy lujurioso por una mujer.  Me estaba preguntando, ¿Ud. también rechazará mi asociación?”
            Le siguió un pesado silencio, y todos miraron a Srila Prabhupada, quien estaba sentado con la cabeza gacha.  Después de una larga pausa, Prabhupada miró a Hanuman y dijo con tranquilidad,  “El Señor Caitanya es Dios. El puede diseminar este movimiento por todo el mundo en un segundo, sin la ayuda de nadie, si es que El quiere.   Yo no soy Dios. Yo soy simplemente un sirviente de Dios.  Yo necesito de mucha ayuda para diseminar esta conciencia de Krsna por todo el mundo.  Si alguien quiere prestar aunque sea un pequeño servicio, yo estoy eternamente en deuda con el.  Tú me has ayudado mucho, ¿cómo podría rechazarte?”
            Los devotos estaban conmovidos, azorados ante la profundidad de la compasión de Srila Prabhupada. Luego Hanuman comenzó a contarle a Prabhupada acerca de su familia, de su hijo, llamado Bhaktivedanta.
            “Eso no es muy bueno”  —Srila Prabhupada sacudió la cabeza.  “Puede que a veces tengan que retar a su hijo, y no deben castigar a su guru.”
            Hanuman se perturbó un poco. “Pero Srila Prabhupada”  —dijo, “ya nos hemos acostumbrado a llamarlo así.  ¿Ahora cómo lo llamaremos?”
            Prabhupada pensó y luego explicó que en realidad estaba bien, porque su nombre era Bhaktivedanta dasa.  “ Tal como nombramos a todos nuestros discípulos Krsna dasa”,  —dijo Prabhupada.  “No Krsna, sino sirviente de Krsna.  Tal como tú no eres Hanuman, sino el sirviente de “.

            En la primera noche de su visita, Prabhupada dio clase del Bhagavad—gita.  Después de la clase,  hizo lugar a las preguntas.  Hrdayananda Maharaja, sentado en un almohadón a los pies de Prabhupada, traducía las preguntas del español al inglés, para Prabhupada, y traducía la respuesta de Prabhupada al español, para el público.
            Hrdayananda Maharaja:  “El pregunta,  “Qué pasa si ya hemos cometido muchas ofensas al cantar?  En este momento,  ¿cómo podemos purificarnos?”
            Prabhupada:  “Si no cometemos ofensa.  ¿Porqué cometen ofensas voluntariamente? No deben cometer ofensas, entonces todo estará bien, purificados.”
            Hrdayananda Maharaja:  “No sabemos cómo incrementar nuestro deseo por cantar.”
            Prabhupada:  “Realizando  sankirtana.  Tal como cuando un hombre bebe, y si bebe y bebe, entonces se convierte en un borracho.”  El ejemplo pasmó a la audiencia y rompieron a reir.  “Beban más y más y se convertirán en un borracho”, —continuó Prabhupada.  “Asimismo, canten más y más y se convertirán en un cantante perfecto.”
            Hrdayananda Maharaja:  “¿Cual es la mayor ofensa?”
            Prabhupada:  “Sí, la primera ofensa, guror avajña sruti—sastra—nindanam, sruti—sastra—nindanam, guror avajña.  Si aceptan a un guru y luego lo desobedecen, entonces, ¿cual es su posición?  No son caballeros.  Prometieron ante el guru, ante Krsna, ante el fuego, que, ‘ Obedeceré su orden. Haré esto’.  Si nuevamente no lo hacen, entonces no son ni siquiera un caballero.  Qué decir de un devoto.  Eso es sentido común.”

            Un hombre preguntó en español,  “Perdone, señor, antes, en su vida anterior como karmi, ¿qué hacía?”  Hrdayananda Maharaja no tradujo la pregunta a Srila Prabhupada, pero de inmediato declaró con fuerza,  “El devoto puro nunca ha sido un karmi.  El nunca es un karmi. Un devoto puro es siempre una persona trascendental, desde su nacimiento.  El tan solo vino del mundo espiritual para salvarnos, para enseñarnos el conocimiento trascendental dado hace miles y miles de años por el Señor Krsna.”    Hrdayananda Maharaja continuó glorificando a Srila Prabhupada.  “¿Qué dice?”  —le preguntó Prabhupada a Hrdayananda Maharaja.  Pero el no le quiso decir nada a Srila Prabhupada.  El dijo,  “Nada, Srila Prabhupada, nada.”  Le habló con vigor al hombre que hacía esa pregunta, y cuando Srila Prabhupada le preguntó, Hrdayananda Maharaja fue como un niño pequeño. ‘ Oh, Srila Prabhupada, no tiene importancia. No se preocupe.  Está simplemente diciendo una tontería’.  Finalmente, Srila Prabhupada se rió y se hizo la siguiente pregunta.


           
Hrdayananda Maharaja:  ‘ El pregunta,  ‘¿Cómo podemos controlar la lengua?’
            Prabhupada:  “Pueden tomar prasadam” —sonrió Prabhupada, y su respuesta fue tan agradable  para todos, que comenzaron a reir.   Prabhupada continuó,  “Bhaktivinoda Thakura lo ha dicho, que de todos los sentidos, el sentido del gusto es muy poderoso.  Es muy difícil controlarlo.  Por eso Krsna nos ha dado un arma.  ¿Cuál es? Krsna es muy amable, por eso nos ha dado Sus remanentes de alimento.  De modo que si hacemos esta promesa, de no tomar nada que no sea ofrecido a Krsna, entonces la lengua estará controlada.  La lengua tiene dos funciones,  una es hablar y vibrar sonido, y la otra es tomar alimentos buenos.  De manera que si ocupan la lengua en el servicio de Krsna, vibrando el mantra Hare Krsna, y si no permiten que su lengua toque nada que no esté ofrecido a Krsna, entonces de inmediato realizan  a Krsna.  Cuando la lengua está controlada, todos los demás sentidos se controlan automáticamente.  Ese es el proceso.  Ahora, ocupen nuevamente la lengua en cantar Hare Krsna.”

            Ante su señal, los devotos iniciaron el kirtana.  Srila Prabhupada les había dado todo, kirtana, prasadam, el Bhagavad—gita, el servicio de Krsna, y ahora,  al menos por una preciosa semana, Prabhupada se estaba dando a sí mismo.  Cada mañana y noche cantaba con ellos y estaba con ellos, reforzando su fé en conciencia de Krsna.

            A Srila Prabhupada le gustaban sus habitaciones en el templo.  Los devotos habían dividido una habitación con una cortina,  una mitad para predicar y la otra para descansar, y la habían pintado de azul pastel, el color que Srila Prabhupada había solicitado en su habitación de Los Angeles.  Y a su propio modo, los devotos habían tratado de que fuera artístico y Védico  Habían decorado un hermoso asana para que el se sentara con los invitados.  Al lado de su lugar de asiento, se exhibían sus libros, y encima de la repisa había un florero.

            Prabhupada continuó trabajando con persistencia en su traducción y significados del Bhagavatam.  Durante su última visita a México en 1972, había estado trabajando en el Cuarto Canto.  Ahora iba por el Quinto.  El que se pudiera concentrar en traducir mientras viajaba, casi constantemente,  era un logro remarcable.  Quizás solo un escritor pueda apreciar lo sumamente difícil que es elaborar una composición literaria seria, mientras simultáneamente  uno se traslada de una a otra habitación, de país en país, de clima en clima, una semana tras otra.   Pero Prabhupada lo había estado haciendo por años.  Y era capaz de hacerlo porque estaba completamente rendido al objetivo y porque Krsna estaba colaborando directamente con el.   Los devotos habían llegado a presumir que Srila Prabhupada, al cabo de un día muy ajetreado,  abordando las cuestiones directivas internas, a los devotos, invitados, las cartas, las clases, los viajes, etc., a la noche,   cayera  rendido por ocho horas para tener un muy merecido descanso,  empero, el se recostaba por un par de horas, y luego se levantaba,  cuando casi todos dormían, y ejecutaba las tareas más exigentes de todo su día, traducir y comentar los versos en sánscrito del Srimad—Bhagavatam.  Que este Bhagavatam estuviera presentado con tanta maestría, implicaba  que su obra era, como lo había descrito un profesor americano:  ‘ Enviada por Dios’.  Muchos profesores,  intelectuales y eruditos estaban apreciando los libros de Prabhupada.  Prabhupada escribió a los devotos de América, que estaban circulando sus libros en las universidades y  obteniendo críticas.

                Muchas gracias por enviar las críticas de los libros. Si puedes, envíame más Estas son sumamente
                alentadoras.  Las estoy coleccionando y se las mostraré a los grandes eruditos y profesores que
                vengan a verme.  Están muy impresionados.




                ¿Como era posible, a la edad de setenta y ocho años, que el pudiera escribir dicha literatura trascendentl, que era elogiada y adorada por todos los devotos y apreciada por los religioses y profesores de sánscrito, y a la vez viajar y atender a varios miles de discípulos iniciados?   Solo se puede tener una idea aproximada de su esfuerzo.

            Nanda-prana:  “Prabhupada estaba muy ocupado con la traducción.  Algunos de nosotros, los devotos, cuidábamos a Prabhupada y nos quedábamos afuera de su habitación, a la noche.  Oíamos el dictáfono. A las 10.00,  Prabhupada apagaba el dictáfono y apagaba las luces.  Luego, alrededor de las 2.00, se levantaba sin un despertador, y encendía la luz.  Podía seguir con sus traducciones.”
            Devoto:  “Podía ver que cada noche Srila Prabhupada apagaba la luz regularmente. No podía ver adentro de su habitación pero a través de una angosta rendija debajo de la puerta,  me daba cuenta de que trabajaba hasta tarde, en la noche.  Todos los devotos se iban a dormir,  pero el trabajaba hasta las 10.00.  Exactamente a las 10.00, apagaba la luz. Luego automáticamente, muy regularmente, la encendía a la 1.30 de la mañana.  A mí me sorprendía que solo descansara por tres horas y media, después de trabajar todo el día— Creo que durante el día tomaba otra siesta, pero a partir de la 1.30 de la mañana, las luces estaban encendidas.  Luego a la mañana, después del mangala—arati, se iba a caminar.”

            En el Parque Chapultepec,  a Srila Prabhupada le gustaba caminar por el Camino de los Filósofos.   Las mañanas tempranas era frías,  y el usaba su abrigo azafrán largo, con capucha.   El calzado de lona sencillo que usaba, se humedecía con la hierba.   Su paso rápido, hacía que sus discípulos tuvieran que apresurarse para seguirlo.  A menudo las palabras de Prabhupada quedaban sin traducir, y los chicos mexicanos solo captaban una o dos palabras.   Pero estaban felices de estar con su maestro espiritual.  El se interesaba en las muchas variedades de árboles, y a veces hacía preguntas respecto a ellos.  Una vez, deteniéndose delante de un gran árbol muerto,  lo examinó cuidadosamente.
            “¿Cual es la diferencia entre este árbol y los demás?”  —preguntó.  Un discípulo contestó, “Este árbol está muerto porque su tiempo pasó.”
            “No”, dijo Prabhupada, golpeando con su bastón en el suelo.
            Otro devoto aventuró,  “Este árbol tiene un karma diferente de los demás”
            “No”, —Prabhupada golpeó nuevamente con su bastón en el suelo  “La diferencia es que el alma ya no está en el árbol.”
            Mientras caminaba entre los árboles, en el Parque Chapultepec,  Prabhupada detectó cierta rama de eucalipto sobre su cabeza.  Se detuvo.  Desde principios de 1967 había estado usando las ramitas de los eucaliptos como cepillos de dientes, un sustituto occidental de las ramitas de nim antisépticas de la India.
            Ksiti-mohana:  “Prabhupada señaló el árbol y le dijo a Hrdayananda Maharaja.  ‘Quiero ese palito.’ Era uno muy pequeño. Hrdayananda Maharaja oyó a Srila Prabhupada. El dijo,  ‘Prabhupada quiere eso.  Vamos, bájenlo, bájenlo.’  Quería dárselo a Prabhupada.  De modo que hicimos una pirámide humana, con tres hombres abajo, luego dos encima de ellos, y un devoto flaquito subido arriba. Cuando el devoto se irguió y se estiró, aún le faltaban cincuenta centímetros. Pero cuando se esforzó por alcanzarlo,  toda la pirámide cayó al piso. Prabhupada los estaba mirando, sonriendo y riendo. Una vez más, hicieron la pirámide más grande, y el devoto lo intentó nuevamente, pero se volvieron a caer. Luego intentaron más devotos. Se mojaron debido a la hierba, y Hrdayananda Maharaja estaba muy excitado, diciendo,  ‘Vamos, Prabhupada quiere eso.  Prabhupada quiere eso. Muévanse.’ A Prabhupada le causaba gracia, a veces miraba la ramita y a veces a los devotos.  La tercera vez que lo intentaron, se cayó. Pero a la cuarta, funcionó, y el devoto se irguió y rompió la ramita del árbol.  Se la dio a Hrdayananda Maharaja, quien se la entregó a Prabhupada.  Prabhupada la sostuvo en su mano, la inspeccionó por un minuto, y luego la desechó.



            A  menudo durante su paseo de la mañana,  Srila Prabhupada solo cantaba Hare Krsna, el idioma universal en el cual todos los devotos de habla hispana e inglesa podían participar sin dificultad.   Para muchos de los discípulos mexicanos,   ese era su primer contacto personal con Srila Prabhupada, y estaban muy reservados.  Ocasionalmente cuando paseaba,  Srila Prabhupada se sentaba de súbito en un banco, y unos quince devotos se reunían rápidamente a sus pies,  mirándolo.

            Muni-priya:  “Prabhupada se sentó en el parque.  Las personas alrededor de Prabhupada, hicieron lo mismo y se acercaron a Prabhupada.  La gente estaba sentada mirando a Prabhupada, y el a su vez contemplava a todos los devotos. Y todos los devotos esperaban que hablara.  Nadie dijo nada.  Prabhupada miró a los devotos, y luego dijo,  ‘¡Canten Hare Krsna!’ Todos los devotos comenzaron a amarlo.  Porque toda la gente estaba esperando que Srila Prabhupada hablara de filosofía.  Estos chicos no esperaban que Srila Prabhupada dijera de pronto,  ‘¡Canten Hare Krsna!’  Y lo amaron, porque Prabhupada lo dijo en medio del silencio.”

            Cuando Prabhupada vio a los joggers, señaló,  “Si ellos dicen que no se preocupan por el significado último de la vida,  ¿porqué corren?  Están corriendo”,  —dijo—, “porque todos temen a la muerte.”  Pasaron por  una clase de arte marcial,  dos hileras de hombres con mallas negras, haciendo gestos agresivos al unísono.  “¿Con quién pelean?”  —preguntó.  Dijo que cuando el explica en la filosofía que todos temen a la muerte,  la gente responde,  “No, yo no tengo miedo.”  Pero si no tienen miedo a la muerte ¿porqué hacen todo esto?” Y señaló hacia el grupo que luchaba y se rió.
            Una mañana, se detuvo ante un enorme contenedor de basura y preguntó que decía el cartel colocado encima.  Hrdayananda Maharaja replicó,  “Dice,  ‘ Arrojen aquí los desperdicios.”
            “Luego todo el mundo material debería estar allí”  —replicó Srila Prabhupada.  “Pero es demasiado grande para ponerlo dentro del contenedor.”
            Otra mañana,  regresando al templo en el automóvil, Prabhupada le pidió al conductor, Nanda—prana, que fuera más rápido.  Hrdayananda Maharaja tradujo la orden de Prabhupada al conductor, quien aceleró ligeramente,  Srila Prabhupada luego los sorprendió, diciendo,  “¿Qué pasa, Nanda—prana?”   (*) Y cuando aceleró, agregó, “Muchas gracias.” (*).

(*)  En español, en el original.   N.del T.

            Las flores no escaseaban en la ciudad de México, y cada mañana, durante el guru—puja, más de un centenar de devotos e invitados se aproximaban a Srila Prabhupada para ofrecer un puñado de pétalos de flores a sus pies de loto.   Hacia el final del guru—puja, una pequeña cascada de pétalos de flores se deslizaba por las piernas de Prabhupada, hasta que finalmente el las reunía en puñados,  y las arrojaba a los extáticos devotos, quienes continuaban cantando y bailando con mayor rigor.
            La segunda mañana de Prabhupada en la ciudad de México, habló sobre el Bhagavad—gita 2.12,  sobre cómo el alma es eternamente individual.  “Cuando comprenden realmente”  —dijo Srila Prabhupada—  “que ustedes no son americanos, o hindúes o mexicanos, sino que son alma espiritual, entonces comienza su vida espiritual.”  Dijo que los síntomas de identificarse a uno mismo con el alma es que uno se torna jubiloso, alegre.  Y para alcanzar esto, uno tiene que pasar por un proceso de purificación.   “Sin purificación, no se puede comprender a Dios.  Pero la prescripción del Señor Caitanya, la que estamos simplemente propagando, es cantar Hare Krsna.  De manera que me alegra mucho que uds., los chicos, chicas,  damas y caballeros, vengan aquí y se adhieran, y canten Hare Krsna.  Les pido que continúen con este proceso.  Por favor, vengan aquí. únanse al canto del mantra Hare Krsna y tomen prasadam y vuelvan a casa.  Y es seguro que serán purificados y se cualificarán para volver a casa, de vuelta con Dios”
            Le siguieron las preguntas y respuestas, con Hrdayananda Maharaja traduciendo.
            Hrdayananda Maharaja:   “ El quiere saber si es posible alcanzar la perfección dentro del matrimonio.
            Prabhupada: “Sí.  El ser humano está creado para casarse, no los gatos y los perros. Si pueden estar sin casarse, sin vida sexual, eso es muy bueno, pero si no pueden,  entonces cásense y sean caballeros y estén tranquilos.
            Hrdayananda Maharaja:  “El quiere saber si se puede obtener conciencia de Krsna fuera del templo.”
            Prabhupada: “Oh, sí. Tienen que seguir las reglas y regulaciones, eso es todo.”
            Hrdayananda Maharaja:  “¿Qué sucede cuando uno rompe los principios?  ¿Krsna lo perdona?”
            Prabhupada: “Sí, Krsna puede perdonarlos una vez, dos, pero no regularmente.”  Prabhupada sonrió y los devotos se rieron con el.
            Hrdayananda Maharaja:  “ A veces viene la gente y se une a nuestro movimiento, y sigue los cuatro principios, pero parecería que hay una falla en su carácter.  De modo que el pregunta si por seguir el proceso gradualmente, los defectos irán disminuyendo.  Si hay alguna manera de que sea más rápido  “
            Prabhupada: “Si viene una persona y sigue los principios regulativos incluso por cierto tiempo, y nuevamente cae,  la medida de ese seguimiento, ese es su logro permanente.  Todo logro espiritual no se pierde nunca. Entonces, poquito a poco...cuando se completa el cien por ciento, entonces se liberan.  El logro espiritual nunca se pierde.  Incluso si una persona viene al templo, sigue los principios regulativos por algún tiempo y nuevamente caiga, nunca es un perdedor, es un  ganador.  Los demás que no toman esta lección, que se quedan afuera y que ejecutan sus deberes materiales muy perfectamente,  ellos son perdedores.
            “De manera que al menos por cierto tiempo, que todos vengan aquí y sigan la restricción.   Si se vuelven perfectos, muy bien.  Pero aunque se vayan, lo que sea que hayan hecho, esa es su conquista permanente.  Eso se declara en el Bhagavad—gita, svalpam apy asya dharmasya trayate mahato bhayat.  Incluso ese pequeño logro puede salvarlos del mayor de los peligros.  De modo que en el Bhagavad—gita se declara que aunque una persona caiga, en la siguiente vida se le da una oportunidad de nacer en una familia muy rica y aristocrática o en una familia brahmana muy piadosa. Un pequeño avance espiritual en esta forma humana de vida, al menos les garantiza su siguiente nacimiento en una muy buena familia. Pero sin vida espiritual,  no hay garantía de si van a ser un ser humano, un gato o un perro.”




            Desde la última visita de Srila Prabhupada, los devotos habían recibido su permiso, e instalado las Deidades de Radha—Krsna.  Prabhupada, sin embargo, criticó que Su vestido no estaba a la altura del nivel que correspondía. Dijo que la opulenta adoración de la Deidad seguida en Los Angeles, era el nivel que debían adoptar.  Cuando observó una imagen pintada detrás de las Deidades, que retrataba la tierra de Vrndavana,  dijo que ese humor de Vrndavana de amor espontáneo por Krsna, era demasiado elevado para los devotos ordinarios.  Nuevamente remarcó la adoración de Krsna en respeto y opulencia,  tal como El apareciera en Dvaraka;  los devotos debían estudiar la adoración de Rukmini—Dvarakadhisa en Los Angeles.
            Un día,  Srila Prabhupada solicitó se le mostrara el contenido del plato de Radha—Krsna, directamente del altar.  Probó el prasadam  y lo aprobó.  Pero en otra ocasión, fue a la cocina y descubrió que los pujaris  habían puesto flores nuevas  en el mismo sitio de las  flores viejas,  desechadas.  “¿Estas son las flores para ofrecer a Krsna?” —preguntó con desaprobación.   Le pidió a Hrdayananda  Maharaja que encontrara un devoto cualificado para ser jefe de pujaris, y supervisara la adoración de la Deidad.    Hrdayananda Maharaja llevó  a Ksiti—mohana a la habitación de Prabhupada, y Prabhupada comenzó a hablar acerca de que el servicio más importante era incrementar la adoración de la Deidad.  “No”  —replicó Ksiti—mohana,  “el sankirtana  es más importante.”
            “¡Nunca debes decir ‘ No ‘ ! a Prabhupada”  —lo corrigió Hrdayananda Maharaja—
            “Sí, Prabhupada”  —replicó Ksiti—mohana.  Prabhupada luego le pidió que fuera el jefe de pujaris.   Ksiti—mohana, hablando en español,  le dijo a Hrdayananda Maharaja que el temía cometer muchas ofensas a la Deidad.   Hrdayananda Maharaja le aseguró que podía aprender de a poco.  Puesto que Prabhupada quería que el lo hiciera,  el gradualmente sería experto.

            Srila Prabhupada no asumió compromisos externos mientras estuvo en México, sino que solicitó que las personas interesadas vinieran a verlo en su habitación.  Cada noche, por lo tanto, se reunía con diversos invitados.  La primera noche, varios profesores y caballeros hindúes, así como Hanuman y Hrdayananda Maharaja, vinieron a la habitación de Prabhupada.  Hanuman preguntó a Srila Prabhupada porqué sus discípulos eran tan afortunados de tener a un maestro espiritual genuino, mientras que otros tienen maestros falsos.
            “Todo discípulo pensará que su guru es bueno y que los demás son falsos”  —replicó Srila Prabhupada.  “Pero hay un estándar para determinar a un maestro espiritual.  Maestro espiritual es aquel que es el mejor sirviente de Dios.  Pero quien no acepta la existencia de Dios, es un mudha, un pícaro.  Un pícaro no puede ser un maestro espiritual.”
            Profesor:  ¿Qué opina acerca de los otros maestros espirituales hindúes?”  El profesor nombró a varios gurus muy conocidos.  Ante la mención de cierto guru joven y populr, Srila Prabhupada interrumpió,  “El dice que es Dios Mismo. Luego, el es falso. ¿Cómo puede ser el Dios? ¿Dios es tan barato? Solo las personas tontas lo aceptarán.  Aquellos que no tienen conocimiento.”
            Ante la mención de un famoso meditador, Srila Prabhupada dijo,  “Pienso que el no habla nada acerca de Dios.  El habla sobre la prosperidad material.”  Ante la mención de otro guru,  Prabhupada replicó. “El también dice,  ‘ Yo soy Bhagavan ‘.  Por lo tanto, el es falso. ¿Cómo se puede decir que uno mismo es Bhagavan,  Dios?   Entonces, aunque la gente lo acepte como Dios porque el exhibe ciertos malabarismos o crea un poco de oro, entonces, si por crear un poco de oro, se es Dios, quiere decir que hay un Dios mayor que ha creado la mina de oro.  ¿Porqué habría yo de acudir a ese minúsculo Dios? Yo debo acudir al Dios grande, que ha creado todas las minas de oro.”
            Profesor:  “Tengo cierta dificultad con el significado del término conocimiento perfecto. ¿Podría Ud...”
            Prabhupada:  “Conocimiento perfecto significa que lo que se dice es correcto. No hay error.”
            Profesor:  “¿En todas las circunstancias?”
            Prabhupada:  “Sí, eso es conocimiento perfecto.  Y no como los científicos. Ellos cambian.  Ellos dicen, ‘Sí, era así y ahora cambió.’   Eso no es conocimiento perfecto.  Conocimiento perfecto es que lo que se dice,  es correcto siempre.  Tal como cuando un hombre muere. Si alguien dice,  ‘ El hombre muere ,’ es conocimiento perfecto.  Es correcto siempre.”
            Profesor:  “¿Y si se reencarna?”
            Prabhupada:  “Muere significa que el cuerpo muere.  El alma no muere.  Na hanyate hanyamane sarire.”
            El invitado hindú preguntó a Srila Prabhupada acerca del varna—sankara, el rápido aumento de una progenie no deseada ni planeada.   Prabhupada replicó que dado que no se seguía el sistema varnasrama, toda la población se estaba yendo al infierno. “El varna—sankara ha llegado a un extremo tal”  —dijo,  “que están matando al hijo, y eso es ilegal.  Se han degradado hasta esa posición.”
            El hindú replicó,  “Pero seguramente habrá asimismo un punto de vista práctico— ¿Qué pasará  si no hay nada para comer?”
            Prabhupada:  “¿Quién dice que no hay nada para comer?  Eso es también invento suyo.”
            Invitado hindú:  “Me refiero a las estadísticas que se publican.”
            Prabhupada:  “En especial nosotros, que somos hindúes, sabemos que se publicita que estamos muertos de hambre.  Por todo el mundo se ha promocionado eso.  Dondequiera voy, ellos dicen,  ‘ ¿Oh, Ud. viene de la India?  Porque nuestro Gobierno está simplemente mendigando.  ¿Mas quién se muere de hambre? La muerte también ocurre en otros países, se están suicidando.  Y quizás haya alguna gente que se muera de hambre.  La muerte no se puede detener.    Supongamos que tienen suficiente comida. ¿SIgnifica eso que se resuelve todo? En América hay suficiente alimento. ¿Porqué se vuelven hippies?  No falta la comida. Nada.  Hay abundancia de todo. Pero  ¿porqué se vuelven hippies?  Tirados en la calle, en el parque. Lo he visto en Londres, en el Parque St. James.  Están durmiendo, y la policía les grita,  ‘ ¡Hey!  ¡Fuera!  ¡Fuera! ‘   ¿Y porqué?  La Nación Británica no es pobre.   La Nación americana no es pobre.”




           Invitado hindú:  “La pobreza también es relativa.”
            Prabhupada: “No, yo lo observé en Amsterdam, simplemente lleno de hippies tirados en la calle,  sin comida ni techo.  Eso sucede.”
            Invitado hindú:  “Los hippies no están tirados en el parque porque les falte comida.”
            Prabhupada:  “Están esperando algo. Necesitan algo.”
            Invitado hindú: “Pero no necesariamente comida.”
            Prabhupada:  “ El cuerpo de uno necesita alimento, el cuerpo de otro necesita alguna otra cosa.  Necesitan cosas.  Todos las necesitan.   Eso lo tiene que admitir.  Lo he visto en Los Angeles.  Caminaba por Beverly Hills,  y veo salir a un chico hippie de una casa muy bonita.  Beverly Hills, ese barrio es de clase rica.  Y tiene un auto muy bueno, pero es un hippie.  ¿Porqué?  Su padre es un hombre muy rico.  El tiene un buen auto.  Debe estar muy bien educado.  Entonces,  ¿porqué es un hippie?  ¿Cual es la respuesta?”
            Invitado hindú:  “Está frustrado.”
            Prabhupada:  “Eso implica que necesita algo.  Esa es la cuestión—  Quizás Ud. necesite comida, yo puedo necesitar alguna mujer, el puede necesitar algo de dinero—  De esta forma, todos necesitan algo.  Por lo tanto,  en definitiva, todos deben buscar a Dios.  Luego, todas las necesidades serán satisfechas.”

            Una noche, vinieron de visita unos sacerdotes.  Expresaron su aprecio por la labor de Prabhupada en México, pero cuestionaron si su misión podía incluso hacerse a través de su propia iglesia.  Prabhupada contestó que el nunca dijo que el movimiento de conciencia de Krsna era la única manera.  Si alguien sigue estrictamente su propia religión verdadera,  puede alcanzar el éxito.  Pero Prabhupada añadió,  “Es muy difícil encontrar un verdadero cristiano estos días.”  Aunque Jesucristo enarboló la Escritura y dijo,  ‘ No matarás’ , los cristianos, —expresó—,  eran muy expertos en matar.   “Ellos se enorgullecen de las corridas de toros”  —añadió Prabhupada.  “Esa es su posición.  De modo que es muy difícil encontrar un verdadero cristiano.”   Los sacerdotes se intranquilizaron  y pronto se retiraron.
            Otra noche,  una anterior Miss México vino a ver a Prabhupada.  Acompañada por dos hombres de aspecto opulento y sofisticado, la ex Miss México estaba muy glamorosa, y pestañeaba mucho mientras hablaba.  Aunque no estaba precisamente en su elemento, ella trató de ser diplomática y apreció todo con efusividad.    “Realmente me gusta su Centro”  —le dijo a Prabhupada a través de un traductor.  “Y pienso que me gustaría regresar y aprender más acerca del mismo.”  Prabhupada estaba indiferente.  “¿Porqué quiere venir aquí?”  —preguntó.  “Ud. no comprende este movimiento de conciencia de Krsna.  ¿Ha leído mis libros?”
            “¿Qué? ¿Qué?”
            “¿Ha leído mis libros?”
            “No, no lo he hecho.”
            “Bien, ¿conoce nuestra filosofía?”
            “Ah, no.”
            “Si quiere venir aquí, entonces escuche y entienda esta filosofía.  Es muy importante.  Luego puede decir si desea regresar.”  Prabhupada luego dirigió su atención a otras personas en la habitación, y la ex México y sus amigos se sentaron en silencio, escuchando.

            Devoto: Yo era el guardián que estaba afuera de la habitación de Srila Prabhupada, y era muy responsable respecto a mi trabajo. Lo tomaba como mi alma y vida, custodiar la puerta de Srila Prabhupada.  Hrdayananda Maharaja me dijo, ‘Si tienes la oportunidad, entra y observa cómo Prabhupada habla con los invitados. Es muy importante para tí’. “De modo que pensé, ‘Bien, tengo el permiso para eso. ‘De modo que cuando vino un funcionario del Gobierno que trabaja en el programa de educación, para entrevistarse con Srila Prabhupada, aproveché la oportunidad para entrar a la habitación.  Pensé, ‘Bueno, quizás Srila Prabhupada no se enoje conmigo si entro a la habitación.  Lo voy a intentar.”
            Entré y escuché la charla. En ese momento, mi inglés no era bueno, pero pude captar algo de lo que estaban hablando. Srila Prabhupada estaba explicando la importancia del punto de vista Védico, en relación al programa educativo. Explicaba que el punto principal del sistema Védico,  es enseñar que somos sirvientes de Dios. Consideré que a lo mejor Srila Prabhupada  estaba siendo demasiado diplomático. Que no iría directamente al punto.  Mas el estaba predicando de manera muy directa. Le estaba presentando al hombre todos los puntos.  Le estaba diciendo cómo enseñamos a nuestros hijos desde la niñez en la norma Védica de despertar al niño temprano a la mañana, bañarse, asistir al mangala-arati.
            Pero lo que más me sorprendió, ocurrió cuando el hombre se estaba por ir.  El estaba diciendo,  ‘Oh, Su Divina Gracia, estoy encantando de haber tenido la oportunidad de hablar con Ud..”  Srila Prabhupada hablaba de un modo muy amistoso con el.  El hombre era receptivo  o era un clima de desafío. Srila Prabhupada era muy amable con el. Prabhupada luego le dijo al hombre,  “Tenemos un montón de libros.  Ud. trabaja con libros en el Gobierno.  Entrega libros a las escuelas.  De modo que me gustaría mucho que se lleve algunos y los lea, y luego considere de un modo más amplio todos los temas que hemos abordado hoy.”  El hombre dijo,  ‘ Oh, sí, me gustaría’.
            En ese momento,  yo distribuía libros;  era mi ocupación todo el tiempo.  Pensé,  ‘Oh, no sé si Prabhupada quiere pedirle algo de dinero No creo que Prabhupada le pida dinero, porque es un invitado’. Pensé que Prabhupada probablemente le iba a decir, ‘Sí, lleve los libros y adiós. Hare Krsna’.  Esperaba que el dejara a los demás sannyasis que se ocuparan de vender los libros.



            “Pero me sorprendió que el hombre accediera a llevarse los libros,  y Srila Prabhupada dijo,  ‘Por favor, entrégale algunos de los libros.’ Los devotos luego le dieron algunos de nuestros libros traducidos al español.  Solo teníamos unos pocos,  pero se los dimos de inmediato.  Luego el hombre dijo, ‘¿Debo pagar algo por estos libros?’ Yo pensé que Prabhupada diría,  ‘No, consérvelos’ y ‘ Hare Krsna.’ Pero Prabhupada dijo con mucha gravedad, ‘Si quiere dar algo por ellos, será aceptado’.  Luego el hombre sacó algo de dinero, y Prabhupada le hizo una señal, indicando que a el le complacería que se lo entregara a uno de los devotos.

            “Me sorprendió notar que Srila Prabhupada  no perdía ni una oportunidad.  El era el maestro de todos nosotros, un experto en la ejecución del sankirtana trascendental. Aprendí a partir de ese incidente, que jamás me sentiría turbado en presencia de nadie, por requerir una donación para los libros de Srila Prabhupada. En ese momento sentí que el propio Srila Prabhupada tenía mucho respeto por sus libros, no porque fueran sus libros, sino porque los libros, como nos dijera,  y como podíamos apreciar de su ejemplo práctico, eran toda su vida.”


            Puesto que Hrdayananda Gosvami era el representante directo de Prabhupada para Latinoamérica,  Prabhupada  lo mandó llamar con frecuencia, mientras estuvimos en México.  El quería que sus GBCs comprendieran completamente la importancia del movimiento de conciencia de Krsna y que supieran en la práctica, cómo conducirlo y propagarlo.  Quería que ellos eventualmente manejaran todos los asuntos de la institución, para poder así estar libre para traducir el Bhagavatam.  Le había escrito una carta acerca de esta responsabilidad a Hrdayananda Gosvami, en 1972, poco después de  darle sannyasa.

                 “Ahora todos Uds., los sannyasis, miembros GBC y otros líderes, deben actuar       formalmente para entregar realmente a la humanidad el mayor beneficio, a saber,    este movimiento de Conciencia de Krishna. La tarea que tienen por delante, es          enorme, pero será simple y sencilla si simplemente lo hacen como yo lo estoy         haciendo. Deben interiorizarse  de cada aspecto necesario en toda la sociedad.             Nuestra función es predicar a los devotos y mantener el nivel más elevado de            educación Vaisnava. Debe haber una conducción, tal como yo predico diaria’mente del Srimad-Bhagavatam, del Bhagavad-gita, pero también voy al Banco, hago   inversiones, controlo los ingresos—egresos, redacto cartas, observo la marcha de las cosas, de esa forma.  Deben ser expertos en todas estas cuestiones, tal como el ejemplo que yo les estoy dando...”


                Una noche,  después de dar clase en la sala del templo, Prabhupada estaba hablando en su habitación con Hrdayananda Gosvami.  Sobre el escritorio de Prabhupada, había un globo terráqueo, y Hrdayananda Maharaja le estaba enseñando a  Prabhupada el alcance de  su campo de prédica en Latinoamérica.   Srila Prabhupada estaba sentado,  haciendo girar el globo, y finalmente  lo detuvo con el dedo en México. “¿Qué sabes acerca de este país?”—preguntó.  Hrdayananda Maharaja comenzó a decirle todo lo que sabía acerca de la cultura, el gobierno y la historia de México.  Luego, Prabhupada hizo girar nuevamente el globo, deteniéndose con su dedo en la Argentina, y Hrdayananda Maharaja refirió lo que sabía acerca del pueblo y la vida en Argentina.

            “Ahora,  te daremos algo de información acerca de la India”—dijo Prabhupada, sonriendo.   Y nombró las exportaciones de India, y las provincias de donde provenían.   Habló de la relación entre  India y Sudamérica, del Señor Ramacandra, quien  hace millones de años vino a Brasil.  Había un túnel que conectaba a Sri Lanka con Brasil. Hrdayananda estaba asombrado de que Srila Prabhupada lo incluyera en una charla tan íntima y amistosa, y continuaron intercambiando información, mientras señalaban los puntos del globo.

            Un día, Hrdayananda Maharaja vino a la habitación de Prabhupada con aspecto entristecido.  “¿Cual es el problema?” —le preguntó Prabhupada.  Hrdayananda Maharaja se había enorgullecido de nunca   llevarle malas noticias a Prabhupada ni haberlo preocupado. Mas habiendo casi llegado a un punto de fractura, confesó,  “Prabhupada, esto aquí ya es imposible.  ¡Siempre están robando!.”

            Prabhupada lo consoló,  “Sí,  en uno de nuestros Centros hindúes, también robaron una alfombra. ¿Qué puedo hacer?”—dijo Prabhupada, como compartiendo el desamparo de su discípulo. Mas luego dijo, ”Mi padre tenía un amigo que era dueño de una fábrica. El le pagaba a los obreros  un pequeño monto.  Una vez uno de ellos se quejó,  ‘ ¿Porqué paga sueldos tan bajos a los obreros?’.  Y el contestó,  ‘ No, les pago determinada cantidad, y ellos roban determinada cantidad.  De esa forma se llega al monto justo’.  Prabhupada comenzó a reírse. “ Mi padre me dijo que si uno tiene un sirviente y el no  te roba, entonces no es digno de confianza.  No es un sirviente fidedigno.”  Hrdayananda Maharaja rió junto con Prabhupada y su infelicidad desapareció.

            Una vez, Prabhupada le envió un mensaje a Hrdayananda Maharaja, para que se presentara inmediatamente.  Cuando Hrdayananda corrió a la habitación de Prabhupada y ofreció reverencias,   vio que Prabhupada estaba sentado en una posición muy cómoda, leyendo el libro de Krsna. Prabhupada alzó la vista con gran felicidad y preguntó,  “¿Has leído estos libros?”  Prabhupada estaba disfrutando su propio libro, no porque el lo hubiera escrito, sino porque el libro era Krsna.  “¿Has leído estos libros?” —repitió Prabhupada.
            “Sí, Prabhupada, algo.”
            “¿Acaso no son maravillosos?”  —preguntó Prabhupada.  “Especialmente el Caitanya—caritamrta.  Son muy maravillosos.”  Luego de decir eso,  Prabhupada volvió a concentrar su atención en el libro de Krsna, leyendo para sí mismo.  Luego de haber tomado asiento por unos minutos,  Hrdayananda Maharaja salió de la habitación, agradecido,  deseando seguir el ejemplo de Prabhupada.




        Una noche,  cuando vinieron varios profesores a visitar a Srila Prabhupada, uno de ellos preguntó,  “¿Para qué vivimos?”  . Srila Prabhupada replicó que el propósito de la existencia es ananda, el placer.  Al principio, el profesor se resistió, estaba buscando  una respuesta que se refiriera a un “plano más elevado.”   Pero Srila Prabhupada insistió en que ananda existe en el plano más elevado.  “Cuando tenemos este cambio de cuerpo” —dijo, “no hay ananda porque a veces estamos enfermos, y luego tenemos que envejecer.  Pero somos eternos,  de modo que estamos buscando algo que es eterno,  ananda... Ese es el propósito de la vida. “

            En sus clases del Bhagavad—gita, Srila Prabhupada  procedía metódicamente a través del Segundo Capítulo, discutiendo ahora la diferencia entre el alma eterna y el cuerpo temporal.   A veces daba clases tanto a la mañana como  al atardecer.  Cuando comenzaba su explicación del décimo—cuarto verso,  dijo,  “Entonces, a partir de la discusión de anoche,  se debe concluir que no vamos a morir.”  Pero para prepararse para la siguiente vida,  explicó Prabhupada,  tenemos que tolerar dolores y placeres materiales.  “A veces se presentan reglas y regulaciones.  Son penosas, pero no las podemos descartar.  Tenemos que aprender a tolerarlas.”  Prabhupada citó un proverbio bengalí, sarire mam maha saya jasa haba tasye:  ‘ Todo lo que se practica con el cuerpo, se lo aprende a tolerar.  De manera que, si practicando la conciencia de Krsna pueden volver al hogar, de vuelta a Dios, ¿porqué habrían de desestimarlo?  Eso resolverá todos sus problemas.”  Luego de la clase, alguien preguntó, ‘ ¿Cuales son las características de una persona que ha realizado que no es el cuerpo?’

            “Se ocupa en conciencia de Krsna”  —respondió Srila  Prabhupada.    “No conoce otra cosa que Krsna.  Esa es la condición normal.”

            Una noche,  luego de una cantidad inusual de preguntas impertinentes,  Hrdayananda Maharaja dejó de traducir y ordenó al público que no hiciera preguntas insensatas.   De inmediato, una de las damas levantó la mano.  “He oído decir a los devotos” —comenzó,  “que en el momento de dejar mi  cuerpo, mi vida pasará por una prueba muy rigurosa para obtener el siguiente cuerpo. También he oído decir a los devotos que es importante que pensemos en el Señor Krsna en el momento de salir de nuestro cuerpo. Lo que quiero preguntar a Su Divina Gracia es:  ¿es tan bueno pensar en Ud. en el momento de la muerte como el es pensar en Krsna?’.  Hrdayananda Maharaja le presentó su pregunta a Prabhupada.  Srila Prabhupada sonrió,  “Sí, eso es muy bueno.  Obtendrá el mismo resultado.”

            A la mañana, en su desayuno, Prabhupada comió un poco de fruta  y nueces.  Le gustaba en especial una fruta de la región, conocida como guanavana, y bebió jugo de guanavana cada día.  Al mediodía, también comió ligeramente, evitando los samosas y pakoras, y comiendo mayormente dal, arroz, capatis y el sabji.  Los devotos mexicanos solían esperar ansiosamente fuera de la puerta de Prabhupada, para tomar los remanentes de su plato.  Estaban particularmente ansiosos por un poquito de lo que Prabhupada hubiera probado.

            Ksiti-mohana:  “Una mañana, Srutakriti me dio los remanentes del plato de Prabhupada.  Contenía leche,  naranjas ya exprimidas, y cáscaras de garbanzos. También había jengibre. En ese momento, se estaba dando una clase del  Srimad-Bhagavatam, pero cuando los devotos me vieron con el plato, algunos de ellos salieron de la clase y corrieron hacia mí.  Comenzaron a tomar trozos de naranja y jengibre. Un devoto fue empujado y cayó. Eso perturbó la clase, y el devoto que la estaba dando estaba muy desconcertado.  Algunos de los devotos se quedaron sentados, pero otros,  al ver los remanentes, dejaron el lugar y corrieron arriba, comenzando asimismo a pelear.  Luego Srila Prabhupada abrió su puerta, debido al ruido, y observó todo.  Sonrió y volvió a entrar.

            La mayoría de los devotos mexicanos, tuvieron poca asociación directa con Srila Prabhupada, porque no entendían inglés y porque tenían otros servicios que prestar.   Nunca demandaron nada, pues sabían que Srila Prabhupada estaba ocupado traduciendo y trabajando, para salvar  a todas las almas caídas de todo el mundo.  Además,  Prabhupada era una personalidad muy grande, y sus discípulos no se consideraban dignos de adelantarse y demandar su atención especial.   No obstante, a veces los devotos que se turnaban para hacer guardia fuera de la habitación de Prabhupada,  tuvieron un encuentro especial con el.

            Nanda-prana:  “Uno de los devotos había sido un guardaespaldas cuando era un karmi, cuidando a gente importante del Gobierno,  de manera que ya sabía de esas cosas.  Mayormente en horas de la noche,  varios de nosotros vigilábamos por tres o cuatro horas, fuera de su habitación, cuidándolo.  Pensábamos que quizás algún loco o persona peligrosa podía venir, para querer hacerle algo a Srila Prabhupada.   Queríamos que Srila Prabhupada estuviera muy seguro.  Cada noche yo cumplía el horario de 9.00 a 2.00.  En ese momento, debía ir a despertar al siguiente custodia.”

            Rtu: “Yo cuidaba de la seguridad personal de Srila Prabhupada durante las horas de dormir.   Solía cantar rondas a la noche. Era  medianoche, y yo estaba cantando y este devoto,  Jagannatha Misra, me dijo que no debía cantar tan alto porque molestaría a Srila Prabhupada. Yo dije que no,  que a Prabhupada no le importaba sin cantamos alto.  Seguí cantando alto, y luego ví que Srila Prabhupada corría las cortinas de su habitación. Estaba parado allí muy humilde, no enojado, sino sonriendo. Hizo un gesto que para mí significó que no cantara tan alto. Luego, juntó las palmas de sus manos y sonrió.”

            Ksiti-mohana: Yo era una especie de ayudante.  Si los sirvientes necesitaban algo, estábamos allí para conseguirlo. Descansábamos, vigilando la puerta día y noche. Una vez tuvieron un problema con el grabador de Prabhupada. En ese momento, Prabhupada tuvo que dejar de traducir.  Entonces me llamó Hrdayananda Maharaja y me dijo que había oído que yo sabía cómo arreglar grabadores y cosas de electricidad. Entré en la habitación de Prabhupada, el estaba leyendo el Caitanya-caritamrta.  Movía los dedos de sus pies.  Había una Tulasi sobre su escritorio. Usando sus manos, Prabhupada me indicó que el grabador no funcionaba. El quería ocuparse en su servicio.   Cuando lo revisé, lo único raro que noté fue que no estaba bien conectado.  Lo fijé bien y coloqué la cinta, y comenzó a emerger la voz de Prabhupada. Luego, el dijo,  “  Todo está bien. Gracias.  Hare Krsna.”  Luego me hizo algunas preguntas a través de la traducción de Hrdayananda Maharaja.   Preguntó,  ¿hay vacas en México?  ¿Las matan y se las comen?  También preguntó cuál era la moneda mexicana.  Contesté eso. Y cuando preguntó acerca de la moneda,  dije que era el peso.  Cuando Prabhupada oyó acerca de las vacas, sacudió la cabeza.  Luego, explicó que por todas partes tienen vacas y las matan y se las comen, y que era por eso que la civilización ahora está como está, en crisis.  Ahora la sociedad está pagando las reacciones, y van a seguir pagando reacciones por ese motivo. Luego me dijo, ahora te puedes ir.  Tuve que irme porque mi servicio era vigilar la puerta, y Prabhupada tenía otros servicios.

            Muni-priya:  “Yo era guardia en la puerta.  Después de las 2.00 de la mañana, Prabhupada salió en gamcha.  Yo dije, ‘Jaya Prabhupada,  ¡Hari Bol! ‘—Yo quería postrarme y ofrecer reverencias. Prabhupada dijo,  “No, no,  tan sólo canta Hare Krsna.  Canta Hare Krsna.”

            Tonio Fernández:  “Yo estaba a cargo del micrófono.—En una oportunidad, lo estaba adaptando justo enfrente de Prabhupada y el me miró y sonrió. Me sentí muy feliz.  No tenía tiempo de bailar con los otros devotos porque estaba a cargo del sistema de audio.  Un día, coloqué a un costado el audio, y comencé a bailar. Prabhupada me vio y creo que pensó, ‘Debes volver a tu sonido,’ de modo que volví, porque ese era mi servicio.”

            Hrdayananda Maharaja: “Estábamos muy ansiosos por servir a Srila Prabhupada bien, porque el muy raramente había venido alguna vez a América Latina.  Por lo tanto, lo que fuera que Prabhupada quisiera, toda vez que decía,  ‘¿Porqué no traen tal cosa?, había tres o cuatro devotos, alertas como bomberos, que prácticamente se deslizaban por la baranda, y saltaban en dos o tres autos, haciendo chirriar los neumáticos, por el camino, en busca de lo solicitado. Tenían una carrera, a ver quien lo traía primero. Por lo general, al cabo de diez o quince minutos, lo conseguían, lo que fuera que Prabhupada hubiera solicitado.  Una vez,  le llevé a Prabhupada su plato de desayuno, y el dijo,  “¿No hay nueces?”  De inmediato corrí al pasamanos y grité,  “¡Nueces!”  Ellos saltaron escalera abajo, y se oyó el chirriar de los neumáticos por la carretera.  Mientras Prabhupada aún estaba comiendo su desayuno,  le trajimos las nueces.  Luego dijo,  ‘ No, no importa. No las necesito ‘.


     
            La última clase de Bhagavad—gita que Prabhupada diera en México, fue sobre el decimoséptimo verso del Segundo Capítulo.  “Si simplemente se interesan en este pequeño período de vida”  —dijo Prabhupada, “digamos cincuenta, o sesenta, o cien años a lo sumo, pero descuidan su existencia eterna, ¿es eso inteligencia?  Estamos enseñando esa ciencia, y el Bhagavad—gita está allí.  Aprovéchenlo.”
            Como siempre, hubo preguntas.
            Hrdayananda Maharaja:  “ A el le gustaría volverse consciente de Krsna, pero quiere saber si Ud. cree en Dios.”  Lo absurdo de la pregunta hizo reír a los devotos.
            Prabhupada:  ¿Hmm? ¿Qué es eso?”
            Hrdayananda Maharaja: “El quiere saber si Ud. cree en Dios.”
            Prabhupada:  “¿No creo yo en Dios?  Ud. cree en Dios. ¿Porqué no habría de creer yo? Si uds. lo creen, yo también lo puedo creer. Aunque no es una cuestión de creencia, es un hecho.  Estamos explicando el hecho,  la existencia de Dios.  No es una cuestión de creencia o no, un hecho es un hecho.”
            Hrdayananda Maharaja:  “Cuando le ofrecemos algo a Ud. por ejemplo a su retrato, el quiere saber si espiritualmente, simplemente por el acto de ofrecer, nos purificamos, o es el maestro espiritual quien reconoce la ofrenda.”
            Prabhupada: Sí, sí.  El maestro espiritual es el representante de Dios.  Lo que sea que le ofrezcan al maestro espiritual, va hacia Dios.”
            Hrdayananda Maharaja:  “Su punto es,  ¿el maestro espiritual es consciente de nuestras actividades?”
            Prabhupada:  “El maestro espiritual quizás no sea consciente, pero Dios es consciente, y a través de Dios el también es consciente.”

Febrero 17, 1975

            Luego de siete días completos en la ciudad de México, Prabhupada se dispuso a partir hacia Caracas.  Todos se reunieron en el templo para oír su última charla.  Como de costumbre, Hrdayananda Maharaja sentado a los pies de la vyasasana de Prabhupada, traducía su charla.
            “Hemos dejado nuestro hogar y a nuestro padre” —comenzó Prabhupada,  “y estamos en este caído mundo material. Y estamos sufriendo demasiado.  Es exactamente como el hijo de un hombre muy rico, quien deja su casa por la independencia, y vaga por todo el mundo, asumiendo problemas innecesariamente.  El hijo de un hombre rico no tiene nada que hacer.  La propiedad de su padre es suficiente para su vida confortable.  Empero, como los ejemplos que ahora tenemos en los países occidentales,  los hijos de muchas personas ricas,  se vuelven hippies, se van de la casa y asumen problemas innecesariamente.  Nuestra posición como entidades vivientes dentro de este mundo material,  es exactamente igual.  Hemos venido voluntariamente a este mundo material, para el disfrute de los sentidos.  Y en el disfrute de los sentidos, hemos olvidado a nuestro Padre Supremo, Dios.  El deber de la naturaleza material es brindarnos simplemente una condición miserable de vida.

            “Krsna  bhuliya jiva bhoga—vañcha kare pasete maya tare japatiya dhare, significa que en cuanto la entidad viviente quiere disfrutar de la vida, sin Krsna, sin Dios, de inmediato se pone bajo las garras de Maya.  Luego, esa es nuestra posición.   Estamos bajo el control de Maya, y podemos también salir de eso, como se explica en el Bhagavad—gita, mam eva ye prapadyante mayam etam taranti te.  ‘Todo aquel que se rinda a Ms, sale del control de Maya.

            “Por lo tanto, estamos predicando por todo el mundo, conciencia de Krsna o conciencia de Dios, enseñando a la gente cómo rendirse a Krsna y así salir de las garras de Maya— No tenemos ningún otro deseo o ambición además de eso.  Decimos lisa y llanamente,  ‘ Aquí está Dios, ríndanse a El, siempre piensen en El, ofrezcan sus reverencias, luego sus vidas serán un éxito.’ Pero la gente en general, son exactamente como locos. Simplemente por la gratificación de los sentidos, trabajan tan duro día y noche. De manera que los devotos se lamentan mucho de ver su condición. Prahlada Maharaja dijo, ‘ Me preocupan mucho estas personas’. ¿Quiénes son? Soce tato vimukha—cetasa indriyartha—maya—sukhaya bharam udvahato vimudhan.  Estos pícaros, vimudhan,  que han creado una civilización, una civilización magnífica.  ¿Qué es eso?

            “Tal como en su país,  un suntuoso camión para barrer.  El asunto es barrer, y para eso han fabricado un suntuoso camión. El barrido puede hacerse a mano, hay tantos hombres.  Pero ellos están vagando por las calles, y se necesita un enorme camión para barrer.  Que hace mucho ruido, y también es muy peligroso.  Pero ellos lo consideran un avance de la civilización.  Por ello Prahlada Maharaja dijo, maya—sukhaya. Tan solo para aliviarse del barrido.   Pero no hay alivio.  Tienen otros problemas.  Pero están pensando que, ‘Ahora no tenemos que barrer.  Es un gran alivio.’  Similarmente,  una simple navaja puede usarse para afeitarse,   pero ellos han hecho muchas maquinas.  Y para fabricar esas máquinas,  hay muchas fábricas.

            Así pues, de este modo,  si estudiamos punto por punto,  esta clase de civilización, se denomina  civilización demoníaca. Ugra—karma. Ugra—karma significa actividades brutales.  No es que se objeten las comodidades materiales,  pero tienen que considerar si realmente son comodidades o son condiciones miserables.   Por lo tanto, nuestra forma humana de vida está creada para ahorrar tiempo para desarrollar nuestra conciencia de Krsna.  No está creada para el derroche innecesario.  Porque no sabemos cuando viene la próxima muerte.

            “Y si nos preparamos a nosotros mismos, para la próxima vida—porque podemos morir en cualquier momento—, luego tenemos que aceptar un cuerpo ofrecido por la naturaleza material.  Por lo tanto,  deseo que todos ustedes que han venido a unirse  a este movimiento de conciencia de Krsna, vivan muy cuidadosamente, de modo que Maya no pueda  desprenderlos de la mano de Krsna.  Podemos manternos muy fijos simplemente siguiendo los principios regulativos y cantando un mínimo de dieciséis rondas. Así estamos seguros.   De modo que ya tienen cierta información sobre la perfección de la vida, no la malgasten.  Traten de conservarla con mucha estabilidad, y sus vidas serán un éxito.
            “Entonces, si seguimos los principios regulativos y cantamos dieciséis rondas,  nuestra vida será perfecta.  Mi deseo es que sigan esta instrucción.  Muchas gracias.”



            Tonio FernándezLa última vez que Prabhupada habló, fue a la mañana.  El dijo:   ‘ Deseo que todos ustedes vuelvan con Krsna’.  Recuerdo muy bien esas palabras, porque comprendo que todos los deseos de un devoto puro son cumplidos. De manera que pienso que sus deseos serán cumplidos.   Pero cuando Prabhupada se fue, yo me sentí personalmente solo, porque había estado prácticamente con el por ocho días. Era un estilo de vida diferente.

            Nanda-pranaCuando Prabhupada se iba de la casa,  estaba bajando por las escaleras, y le ayudaron a este niño, Govinda dasa, que tenía cuatro años, a hacer una guirnalda. El estaba esperando abajo a Srila Prabhupada. Cuando Prabhupada bajó,  el niño iba a ponerle la guirnalda, pero era demasiado pequeño y no llegaba a la cabeza de Prabhupada.  Pero antes de que el pudiera hacer algo, Prabhupada tomó sus manos e hizo que el niño le colocara la guirnalda

            Roberto Ruiz: “Después de volver  del Parque Chapultepec, y cantar sus rondas,  Srila Prabhupada se fue.   Fue maravilloso porque todos los devotos salieron.  Cuando el auto se alejaba del templo,  parecía una alfombra, todos los devotos estaban ofreciendo reverencias.  Fue extático.  Ellos esperaban que Prabhupada volviera nuevamente, pero no fue posible.”

            Tonio Fernández:  “Cuando empezamos a hablar sobre la visita de Prabhupada a México,  recordamos un montón de cosas. Y cuando empezamos a hablar,  podemos seguir hablando y podemos seguir recordando muchas cosas.  Hablar sobre Srila Prabhupada es muy difícil porque apenas si pudimos conocerlo en ocho días. Los ocho días pasaron muy rápido, como un minuto.   Fue lo mejor que nos pasó en la vida, conocer a Srila Prabhupada y a sus devotos. Toda la misericordia también me fue brindada a mí, porque estuve muy cerca. Los devotos siempre luchaban por ver a Prabhupada, las matajis, los brahmacaris, pero yo también estuve  con el.   Cuando Prabhupada se fue, todos nos quedamos en las puertas, mirando el automóvil, y la atmósfera era muy triste, no lo puedo decir con palabras, solo puedo sentirlo.  Es un sentimiento de separación.  Cuando uno sirve al maestro espiritual, uno sirve a Krsna.  Fue para mí el adiós más triste de todos.

Comentarios

Entradas populares