QUE ES EL SUFISMO DE HAZRATINAYAT KHAN
EL CAMINO DE LA ILUMINACIÓN
El Mensaje Sufi de Hazrat Inayat Khan
Algunos Aspectos del Sufismo
El Sufi
¿Qué es un Sufi? Estrictamente hablando, cada
buscador de la verdad última es realmente un
Sufi, ya sea que se llame a sí mismo Sufi o
no. Pero a medida que busca la verdad conforme a
su propio punto de vista particular, con
frecuencia le resulta difícil creer que otros, desde sus
puntos de vista particulares, están también
buscando la misma verdad, y siempre con éxito,
aunque con un grado distinto. Ese es de hecho
el punto de vista del Sufi y difiere de los
demás sólo en su esfuerzo constante por
comprender a todos los demás dentro de sí mismo.
Busca darse cuenta de que aun cuando cada
persona que sigue su línea particular en la vida,
encaja en el esquema de la totalidad y
finalmente alcanza no sólo su propia meta, sino la
meta final de todos.
Por lo tanto toda persona puede llamarse un
Sufi siempre y cuando esté buscando
comprender la vida, o esté dispuesto a creer que
cualquier otro ser humano también
encontrará y tocará el mismo ideal. Cuando una
persona se opone u obstaculiza la expresión
de una gran ideal, y no está dispuesto a creer
que se encontrará con sus iguales tan pronto
halla penetrado lo suficientemente profundo en
cada alma, se está impidiendo alcanzar lo
ilimitado. Todas las creencias son simplemente
grados de claridad de visión. Todo es parte
de un océano de verdad. Mientras más nos demos
cuenta de esto, será más fácil ver la
verdadera relación entre todas las creencias,
y se ampliará más la visión del único gran
océano.
Las limitaciones y las fronteras son
inevitables en la vida humana; las formas y las
convenciones son naturales y necesarias; sin
embargo, separan la humanidad. Es el sabio
quien puede encontrarse con los demás por
encima de estas fronteras.
¿Cuál es la creencia del Sufi en relación con
la venida de un Maestro Mundial, o como algunos
se refieren, la segunda venida de Cristo? El
Sufi está libre de creencias e incredulidades, y
sin embargo da libertad a la gente de tener su
propia opinión. No hay duda de que si un
individuo o un multitud cree que vendrá un
maestro o reformados, seguramente vendrá a
ellos. De manera similar, en el caso de
aquellos que no creen que vendrá un maestro o
reformador, no se les presentará. Para
aquéllos que esperan que el maestro sea un hombre,
un hombre les traerá el mensaje. Para aquéllos
que esperan que el Maestro sea una mujer, el
mensaje deberá darlo una mujer. Para aquéllos
que llaman a Dios, vendrá Dios. Para
aquéllos que tocan la puerta de Satán, Satán
les responderá. Existe una respuesta para cada
llamada. Para un Sufi el Maestro nunca está
ausente, ya sea que venga de una forma o en mil
formas. El siempre es uno para sí mismo, y reconoce
ese Uno en todo, y todos los Maestros
que ve es sólo un Maestro. Para un Sufi, el sí
mismo dentro de sí, el sí mismo fuera, el reino
de la tierra, el reino del cielo, la totalidad
del ser es su maestro, y cada uno de sus momentos
están comprometidos en adquirir este
conocimiento. Para algunos, el Maestro ya ha venido y
se ha ido, para otros el Maestro aún puede
venir, pero para un Sufi el Maestro siempre ha
estado y siempre permanecerá con él por
siempre.¿Cuál es la posición del Sufi en relación a Cristo? La pregunta hecha
por el propio Jesús, ¿Qué
piensas tú de Cristo?, en sí misma proporciona
la respuesta. El énfasis está en el “tú”.
Existen tantos pensamientos sobre Él como
personas que los expresan. El Sufi no se limita a
expresarlos. Cristo es el nombre de su ideal,
o “Rasu”l como se le llama en árabe. Todo lo
que se centra en Rasul se centra en Cristo;
las dos concepciones son una. Todos los nombres
y funciones que han ayudado a formar la
concepción de Cristo, Profeta, Sacerdote, Rey,
Salvador, Novio, Amado, todos estos los
comprende el Sufi. Mediante la constante meditación
toma conciencia de todos estos aspectos del
Uno, y más allá de ello, Allah o de Dios.
Al considerar la cuestión de ser iniciado en
la Orden Sufi, existe en primer lugar la inclinación
a saber algo diferente a lo que se enseña en
el mundo. Uno siente el deseo de buscar algo
aun cuando no sabemos qué. Uno siente que los
opuestos, bueno y malo, bien y mal, amigo y
enemigo, no están tan lejos uno del otro como
solía pensar. Al mismo tiempo el corazón se
sentía más compasivo que nunca antes, y el
sentido de justicia lo hace a uno desear juzgarse
a sí mismo antes de juzgar a los demás. Todo
esto muestra que uno puede buscar una guía en
estos caminos desconocidos.
Entonces existe un sentimiento, especialmente
después de leer o escuchar algo acerca del
Sufismo, de que uno ya es realmente un Sufi,
que uno es uno con el círculo de los Sufis. Uno
podría sentirse ahora atraído hacia el espíritu
de un Maestro de quien se puede tomar la
iniciación.
Y en tercer lugar existe un sentimiento,
después de estudiar los libros publicados acerca del
movimiento, o después de hablar con el
“Pir-o-Murshid”, de que el mensaje es genuino.
Luego surge la pregunta: ¿qué significa
realmente la iniciación? La iniciación o en términos
Sufi “Bayat”, primero que todo tiene que ver
con la relación entre el pupilo y el “Murshid”
(Maestro). El “Murshid” es considerado el
asesor en el camino espiritual. No da nada a o
enseña nada al alumno, el “mureed”, por cuanto
no puede dar lo que éste ya tiene ; no
puede enseñar lo que su alma ya sabe. Lo que
hace en la vida del “mureed” es mostrarle
cómo puede limpiar su camino hacia la luz
dentro de sí por sí mismo. Este es el único
propósito de la vida de una persona en el
mundo. Uno puede alcanzar el propósito de la vida
sin un guía personal, pero tratar de hacerlo
es como ser un barco atravesando el océano sin
una brújula. Tomar iniciación, entonces,
significa confiarle a uno mismo, en relación con los
asuntos espirituales, a un guía espiritual.
El siguiente punto sobre el cual decidir es:
si debo tener un guía personal, a quién debo
tomar como guía? No existe ningún sello de
espiritualidad, o sello de perfección sobre la
frente de ningún hombre que nos permita decir
“Esta es la persona de la cual voy a tomar el
Bayat. No se puede confiar en su apariencia ni
en sus palabras como evidencia de su valor.
La única cosa en la que se puede confiar es en
la atracción de su alma en nuestro corazón. Y
aún así, uno debe convencerse de si es lo malo
que atrae el demonio en uno o Dios que atrae
lo bueno en uno.
Hay tres formas en las cuales la gente confía.
Una es no confiar en una persona hasta que
prueba con el tiempo que es confiable. Para
aquellos que confían de esta forma no existirá
ninguna ganancia satisfactoria en este camino,
por cuanto seguirán, como un espía, juzgando
y probando el Maestro, con los ojos enfocados
hacia abajo. Por lo tanto sólo pueden ver el
ser imperfecto del maestro, y nunca serán
capaces de ver la belleza del ser perfecto, por
encima y más allá de los límites de su visión.
La segunda forma de confiar es confiar y
continuar haciéndolo hasta que la persona prueba
que no es digna de confianza. Aquéllos que
confían de esta manera están mejor preparados
que los primeros, porque si su confianza hace
que su vista se sienta entusiasta van a tener
cada prospecto de desarrollo, partiendo de que
la inteligencia los guíe todo el camino.
Y la tercera forma de confiar en una persona
es tener una confianza absoluta, y continuar
hasta que sea una verdad probada. Esta es la
confianza de los devotos. Estos son los alumnos (mureeds) que hacen el Maestro
(Murshid). Estos son los “adoradores” que hacen a Dios.
“Por fe, se produce una lengua de la piedra, y
no habla como Dios, pero cuando falta la fe,
aún Dios, el Ser Eterno, está tan muerto como
una roca.” La palabra del Maestro es tan inútil
para la mente que duda como el remedio para un
paciente incrédulo.
Convertirse en un iniciado en la Orden Sufi
por lo tanto implica la voluntad de estar de
acuerdo con las enseñanzas y objetivos: una
disposición para dejar de darle importancia a las
diferencias en las distintas fe del mundo, y
ver en todos los Maestros el cuerpo del Espíritu
Divino, y el tercer lugar implica que uno ya
no está siguiendo otro curso de entrenamiento
espiritual. En caso tal, porqué acudir también
a otro tipo de maestro? Sería como viajar en
dos barcos, con un pie en cada uno. Cuando
cada bote sigue su propio camino, aun cuando se
encuentran al final en la misma meta, el
viajero se ahogará en el camino. Nadie puede buscar
la guía bajo dos maestros excepto por la falta
de paciencia con uno o por falta de confianza
en el otro, lo que le hace seguir llamando al
primero.
Los objetivos que uno debe tener al tomar la
iniciación bajo un Maestro deben ser: tomar
conciencia de uno mismo dentro y fuera;
conocer y comunicarse con Dios, a quien el mundo
adora; prender el fuego del amor divino, el
cual por sí mismo tiene cualquier valor; aprender
como controlarse a sí mismo; encender la
antorcha del alma y encender el fuego del corazón;
y viajar a lo largo de esta existencia
positiva y llegar en esta vida a la meta a la cual cada
alma debe llegar al final. Es mejor llegar en
la luz que ser transportado a través de la
oscuridad. “Quien esté ciego aquí, estará
ciego en la posteridad.”
Por lo tanto, no se toma la iniciación por
curiosidad para ver qué está pasando en una Orden
“secreta”. El que lo haga definitivamente no
podrá ver lo que desea ver, por cuanto sólo el
ojo de la sinceridad puede ver. El ojo de la
curiosidad tiene la catarata de la duda, y ya esta
ciego. Y tampoco se toma la iniciación para
ganar alguna ventaja material en su ocupación.
La Iniciación no es un proceso científico, o
la invención de un ingeniero, o una empresa de
negocios; no es algo que se pueda robar, ni
algo que se pueda comprar. Es una revelación,
que tiene nuevos retoños a cada momento, y que
nunca puede ser robado por un ladrón. El
único proceso para ganar es la sensación de lo
correcto, y cuando su luz está cubierta bajo
una fanega, aún el vaso del misterio robado
del “Jamsheyd” no tendrá mayor utilidad que un
recipiente común.
Uno no toma la Iniciación para alcanzar la
felicidad. Es verdad que uno no puede alcanzar la
sabiduría sin obtener algún tipo de ventaja de
ello, por cuanto es más ventajoso ser sabio que
ignorante. Pero no es para esto que se hace el
viaje. Sin embargo, a medida que se progresa
en el camino espiritual, el Sufi se hace
consciente de una paz maravillosa, lo cual
inevitablemente viene de la presencia
constante de Dios.
Mucha gente de diversas creencias y fe han
escrito acerca de la práctica de la presencia de
Dios, y todos hablan de la felicidad que
reciben de estar en Su presencia. Por ello no debe
sorprendernos que el Sufi también, si deseara
hablar de eso, debe testificar una felicidad
similar. No reclama una felicidad mayor que
esa de sus congéneres porque él es un ser
humano y está sujeto a todas las limitaciones
de la humanidad. Pero al mismo tiempo que
otros pueden decidir acerca de su felicidad
mejor aún que lo que pueden expresar sus
palabras. La felicidad que se experimenta en
Dios no tiene igual en nada en el mundo, por
muy preciosa que sea, y todo el que la ha
experimentado se dará cuenta de lo mismo.
Uno no debe buscar la iniciación si se ha
establecido determinados principios que no desea
abandonar. Uno pudiera encontrar que la
fundación que ha construido no se corresponde con
la edificación que ahora se construirá sobre
ella. Tal es la persona que viene de un maestro a
otro, de un método a otro, y nunca es capaz de
obtener eso que sólo se puede lograr
mediante la constancia. Aquéllos que tienen el
deseo de enseñar mientras vienen a aprender
no deben posar como discípulos; deben venir
como maestros.
¿Existen condiciones impuestas a un potencial
iniciado? Nadie debe temer tomar la iniciación
de la idea que implica algo que no pueda
satisfacer. Si no desea progresar más allá de cierto punto, eso sólo lo decide
él. La única cosa que sucede cuando una persona es iniciada, es
que a partir de la hora de la iniciación uno
es el hermano de todo el Movimiento Sufi, de
todos los demás Sufi fuera del Movimiento
Sufi, de todos los conocedores de la verdad, ya sea
que se llamen a sí mismos Sufi o no, y de cada
ser humanos, sin distinción de casta, credo,
raza, nación, o religión; uno es el compañero
de las almas iluminadas de los Sufi que viven en
la tierra y de aquéllos que han pasado al otro
lado de la vida. Por lo tanto uno está enlazado
con la cadena de “Murshids” y Profetas, lo que
le permite recibir la luz que corre a través de
esta corriente, a través de la cadena de los
Maestros. Y uno es el confidente del “Murshid” y
de la Orden. Por lo tanto el iniciado toma un
voto en su corazón de utilizar al máximo de su
habilidad todo lo que recibe de las enseñanzas
y prácticas Sufi, sin utilizar ninguna parte de
ellas para propósitos egoístas. Estas
enseñanzas han sido mantenidas en secreto durante
miles de años, así que porqué deben salir
fuera de la Orden sin la autorización del “Pir-oMurshid”?
Uno se podría preguntar si existe algún
secretismo acerca de esta enseñanza. Si es verdad,
porqué no debe difundirse ampliamente? Esto
implica que el secretismo es cuestionable. La
respuesta, sin embargo es bastante sencilla.
Es necesario cierto secretismo en que algunas de
las concepciones Sufi pudieran
malinterpretarse y utilizarse de manera indebida fácilmente,
de ser expuestas al público general. El alumno
serio no hablará de ellas sin la debida
consideración de su audiencia. Un punto
adicional es que cuando un maestro no depende de
manera absoluta de sus alumnos, preferirá
seleccionarlos. Si una persona desea ir a todos los
maestros de violín, encontraría un virtuoso de
la fama. Pero a este último pudiera no
interesarle pasar tiempo con él; lo haría si
estuviera seguro de que el alumno haría todo lo
que se le pidiera con fe, y alcanzara algo
como el estándar del virtuoso.
Cualquiera sea la instrucción que dé a su
alumno, es naturalmente “secreto”, es un asunto
personal; el alumno puede transmitírselo a sus
propios alumnos después, pero no lo imprime y
lo circula de manera indiscriminada. El
secretismo no es más que esto. También pudiera
decirse que cada escuela que da al iniciado
una instrucción especial confía que respetará
todo lo que se le enseñé. Toda enseñanza puede
ser malinterpretada y pervertida y hacerla
parecer ridícula. Hacer esto con las
enseñanzas Sufi, de manera consciente o no, no ayudará
al alumno. Una determinada medicina puede ser
buena para una persona enferma en un
determinado momento, pero ello no significa
que debe ser utilizada por toda persona
enferma en el mundo. Ni sería de provecho para
nadie, si la medicina exacta se publicara de
manera indiscriminada. De surgir la necesidad
de decir lo que fue, el doctor no debe retener
la información.
Donde hay una necesidad de explicar las enseñanzas
Sufi, el “Murshid” debe hacerlo. Los
libros publicados sobre el Movimiento Sufi han
expresado muchas de las enseñanzas, por lo
que no se puede decir que se mantienen en un
secreto rígido. Pero los pensamientos más
íntimos a los cuales están acostumbrados los
Sufi, naturalmente no se expresan de manera
indiscriminada, de la misma forma que una
persona no hablaría de sus asuntos personales con
un desconocido.
La fruta debe haber alcanzado un cierto nivel
de madurez antes de que su sabor sea dulce.
De igual forma, el alma debe hacer alcanzado
un cierto nivel de desarrollo antes de que
pueda manejar la sabiduría con sabiduría. El
alma desarrollada muestra su fragancia en su
atmósfera, color, la expresión de su
tolerancia y la dulzura de su personalidad, de la misma
forma que una flor propaga su fragancias
alrededor, y como una fruta cuando cambia de color
y se torna dulce al madurar.
Uno pudiera preguntar porqué el consciente no
despierta a la gente en el mundo del sueño
de la confusión. La respuesta es, que no se
recomienda despertar a los niños pequeños, cuya
única felicidad está en dormir. Su crecimiento
depende de su sueño. Si se les mantiene
despiertos hasta tarde se enferman, y no serán
tan útiles en los asuntos de la vida cuando
sean adultos. La niñez necesita más sueño, y
los niños deben dormir. Tal es la naturaleza de
las almas inmaduras. Son niños,
independientemente de cuan viejos parezcan sus cuerpos.
Sus apetencias, sus alegrías, sus placeres son
por cosas sin importancia en la vida, de la
misma manera que la vida de los niños está
absorbida en dulces y juguetes. Por lo tanto, quienes están despiertos caminan
lenta y gentilmente, no vaya a ser que sus pasos puedan
perturbar el sueño de los que duermen. Ellos
sólo despiertan en su camino a aquéllos que
encuentran moviéndose en sus camas. Esos son a
los que los viajeros en el camino espiritual
le dan su mano silenciosamente. Por esta
razón, el camino espiritual se denomina el camino
místico. No es desagradable despertar a unos
cuantos y dejar a muchos dormir, pero por otro
lado es de una gran amabilidad dejar dormir a
los que lo necesitan.
Durante su alumnado el iniciado debe evitar
hacer cosas extraordinarias; clamando saber o
poseer algo desconocido para sus congéneres;
botar los demonios; comunicarse con los
espíritus; adivinar la fortuna; parecer
sabiondo en las conversaciones con otros acerca de
asuntos espirituales y buscar a los demás por
aprobación. También mojigatería, moralidad, y
enseñar y aconsejar a otros antes de haber
aprendido uno mismo, lo cual es tan peligroso
como dar a otro la misma medicina que el
doctor nos ha prescrito.
Durante el alumnado, debe adoptarse el hábito
de la disciplina, lo cual hace el alumno ideal.
La auto-negación es la religión principal, y
esto sólo se puede aprender mediante la
disciplina. Es tan necesaria en el camino del
discípulo como en el del soldado en el campo
de batalla; cuando no se tiene, el alumno
agarra rápidamente la cosa misma que desea
aplastar tomando la iniciación. “La maestría
está en el servicio, y es el servidor quien solo
puede ser maestro.”
Uno debe también tener una actitud respetuosa
hacia el Maestro. Esto no eleva el honor del
maestro a sus propios ojos o a los ojos de
otros. Debe aprenderse la actitud respetuosa
teniéndola primero hacia aquéllos que la
merecen. El alumno puede entonces ser capaz de
desarrollar en su naturaleza el mismo respeto
por todos, de la misma manera que una niña
pequeña aprende la lección de la maternidad
jugando con una muñeca. Respetar a otro
significa deducir esa misma cantidad de
vanidad de nosotros mismos, la vanidad que es el
velo entre el hombre y Dios.
Durante el periodo de sobriedad de alumnado es
deseable la sobriedad del alumno, una
mente ecuánime, un hábito serio, regularidad
en todas las cosas, diligencia, un deseo de
soledad, un comportamiento reservado, una
forma de hacer las cosas no pretenciosa, una
vida pura, y meditaciones diarias sin
interrupciones.
El Sufi es el estudiante de dos mundos, el mundo
de dentro y el mundo de afuera. El mundo
interno es equivalente a lo que popularmente
se llama “el próximo mundo”, debido a la
creencia difundida de que esto es un factor
muy importante; que tenemos una vida ahora, y
otra vida en otro momento. El Sufi lo sabe de
otro modo. El mundo de fuera tiene dos
aspectos, el mundo social en el que nos
colocan, y el mundo mayor que es el tópico de la
historia, pasado, presente o profético. Al
mundo interno sólo puede entrar el estudiante, aun
cuando él pudiera aprender acerca de él como
“esoterismo”, un tema que también tiene dos
aspectos, aquél de las fuerzas en la mente y
aquél de la luz divina. El último es la meta real
de la búsqueda del Sufi, es su “Shekinah”, es
su Sagrado de los Sagrados.
El Sufismo es una religión? Debe quedar claro
de la explicación anterior que la religión del
Sufi no está separada de las religiones del
mundo. La gente ha peleado en vano acerca de los
nombres y las vidas de sus sabios, y han
nombrado sus religiones después de sus sabios, en
lugar de unirse, unos con otros en la verdad
que se enseña. Esta verdad se puede encontrar
en todas las religiones, ya sea que una
comunidad se llame a otra pagana o infiel o pagano.
Tales personas reclaman que la suya es la
única escritura, y su lugar de adoración el único
templo de Dios. El Sufismo es un nombre
aplicado a una determinada filosofía por aquéllos
que no aceptan la filosofía; por lo tanto no
se puede describir como una religión; contiene
una religión pero en sí no es una religión. El
Sufismo es una religión si uno desea aprender
una religión de él. Pero va mucho más allá de
una religión, porque es la luz, el sostén de
cada alma, que eleva el ser mortal hacia la
inmortalidad.
De acuerdo a como se maneja es tema actualmente,
cada uno reclama su propia religión
como la mejor, y él o ella tiene su propia
religión. El Sufi la todas, y las considera todas como suyas; por lo tanto no
pertenece a ninguna religión pero todas las religiones le
pertenecen. Puede ver todas las religiones
como muchos de las formas en la escuela: algunos
están en una, otros en otras formas más altas,
es decir, algunos estudian la vida más
profundamente. Y en cada clase en la escuela
hay alumnos a los que les gusta jugar.
Para decir “Tú no perteneces a mi religión; mi
religión es la única verdadera”, es tan
razonable como decir, “Tú no eres abogado,
comerciante o escolar; tu forma de llevar la vida
es falsa; debes hacerlo como yo.”
Decir “todos en mi religión están salvados” es
tan razonable como decir “Cada abogado,
comerciante, escolar (como sea el caso) es
serio y realiza su trabajo perfectamente. Algunos
hablan de cristianos “nominales” y cristianos
“verdaderos”; esto es solo otra forma de decir
que algunas personas son más serias en relación
a su trabajo y otras juegan.
El Sufismo es una creencia? Qué queremos decir
con la palabra creencia? Lo natural en la
mente es creer y la duda viene después. Ningún
no creyente nació como un no creyente, por
cuanto si un alma no creyera desde la niñez
nunca habría aprendido a hablar. Todo el
conocimiento que tiene un hombre lo ha
adquirido por la creencia. Cuando fortalece su
creencia mediante el conocimiento, entonces
viene la duda en las cosas que este
conocimiento no abarca, y en las cosas que su
razón no puede justificar. Entonces no creen
en las cosas en las cuales alguna vez creyó.
Un no creyente es aquél que ha cambiado su
creencia en no creencia; no creer con
frecuencia oscurece el alma, pero a veces la ilumina.
Existe un refrán Persa que dice “Hasta que la
creencia cambie en no creencia, y, de nuevo, la
no creencia cambie en creencia, un hombre no
se convierte en un verdadero Musulmán”. Pero
cuando la no creencia se convierte en una
pared y se yergue contra la penetración más
profunda de la mente en la vida, entonces
oscurece el alma, por cuanto no hay posibilidad de
mayor progreso, y el orgullo y la satisfacción
del hombre en lo que sabe limita el alcance de
su visión.
Surge un constante “porqué” en las mentes de
los inteligentes, y cuando este porqué es
respondido por la vida para satisfacción del
hombre, va más y más lejos, penetrando a través
de todos los diferentes planos de la vida;
pero cuando este “porqué” no obtiene una
respuesta satisfactoria de la vida, surgen la
duda, el desánimo y la insatisfacción y resultan
en confusión, desconcierto y desesperación.
Algunas veces la creencia resulta peor que la no
creencia. Esto sucede cuando una persona,
establecido en su creencia, obstaculiza su propio
progreso, no permitiendo a su mente ir más
allá en la investigación de la vida, rechazando la
guía y el consejo de otro, a fin de mantener
su propia creencia. Por lo tanto, una creencia,
que es preservada como una virtud, se
convierte en el mayor pecado. Tanto la creencia como
la no creencia, por práctica, con el tiempo se
convierten en tendencias naturales; la persona
que está inclinada a creer toma el hábito de
creer en todas las cosas, y un no creyente con el
tiempo llegar a no creer en nada ya sea que
sea correcto o equivocado. El temperamento
optimista es el temperamento del creyente, y
el pesimista es la naturaleza verdadera del no
creyente. Los profetas han prometido siempre
una recompensa para el creyente, y han
amenazado al no creyente con castigo, porque
la posibilidad de la iluminación espiritual sólo
está en la vida del creyente, mientras que el
no creyente cubre su alma con la duda.
Los Sufis están inclinados a reconocer cuatro
etapas de la creencia:
“Iman-e Muhmil”, cuando alguien cree en una
cosa en la que creen otros, pero
independientemente de cuán fuerte pueda ser su
creencia, cuando los que le rodean cambian
su creencia, él también probablemente la
cambiará.
“Iman-e Kamil”, la siguiente etapa de la
creencia, es la del idealista quien tiene fe en su
escritura y saber. Él cree porque está escrito
en la escritura o enseñado por el sabio. Su
creencia por supuesto, no cambiará con el
clima, pero todavía podría ser oscilante, si por
algún medio despertara la razón en su alma.
Por lo menos disminuiría de la misma forma que
la luz de una vela resulta disminuida cuando
sale el sol. Cuando el sol de la inteligencia
surge, entra y dispersa las nubes de la
emoción y devoción creadas por esta creencia. “Haq al-Iman”, la tercera etapa
de la creencia, cuando un hombre cree porque su razón se lo
permite; tal hombre está viajando a lo largo
de la vida con una antorcha en su mano. Su
creencia se basa en la razón, y no se puede
romper excepto por una razón mayor, por cuanto
es el diamante que solo puede ser cortado por
otro diamante y sólo la razón puede debilitar
la razón.
“Ain al-Iman”, la cuarta etapa de la creencia,
es una creencia por convicción; no solamente
la razón, pero cada parte de nuestro ser está
convencido y seguro de la verdad de las cosas, y
nada en la tierra puede cambiarlo. Si una
persona le dijera “No cruces por este lugar porque
hay agua”, él dirá, “No, es tierra, lo puedo
ver por mí mismo”. Es como ver con los ojos todo
lo que uno cree. Esta creencia es la creencia
de aquel cuyo conocimiento es del testigo
porque lo ve y por lo tanto su creencia durará
por siempre. Por supuesto, a medida que un
alma evoluciona de etapa en etapa, debe romper
la creencia anterior a fin de establecer la
siguiente y esta ruptura de la creencia la
llaman los Sufis “Tark”, que significa abandono del
ideal; el abandono del ideal del mundo, el
abandono del ideal celestial, el abandono del ideal
divino y hasta el abandono del abandono. Esto
lleva al que ve hasta las orillas de la verdad
última.
“la Verdad es aquélla que no se puede hablar
totalmente, y aquella que se puede hablar no
es necesariamente la verdad.”
El Sufismo es Musulmán? El Sufi es Mahometano?
Al unirse a la comunidad Sufi, se está uno
asociando con los Musulmanes? El Sufi es un
seguidor del Islam? La palabra Islam significa
“paz”: esto es una palabra Árabe. La palabra
hebrea es “Salem” (Jerusalem). Paz y su
alcance en todas las direcciones es la meta
del mundo.
Pero si seguir el Islam se entiende como la
adherencia obligatoria a ciertos ritos, si ser un
Mahometano significa adherirse a ciertas
restricciones, cómo puede un Sufi ser ubicado en esa
categoría, sabiendo que el Sufi está más allá
de todas las limitaciones de este tipo? Hasta
ahora de no aceptar el Corán, el Sufi reconoce
las escrituras que otros rechazan. Pero el Sufi
no sigue ningún libro especial. Los
brillantes, tales como”'Attar, Shams-e-Tabrez”, “Rumi”,
“Sa'di”, y “Hafiz”, han expresado su
pensamiento libre con una total libertad de lenguaje.
Para un Sufi, la revelación es la propiedad
inherente a cada alma. Existe un flujo
permanente del manantial divino, que no tiene
ni principio ni fin.
Cuál es la posición del Sufismo en relación
con la Cristiandad? Existe un lugar en el
entendimiento Sufi para todas las enseñanzas
contenidas esa Fe, y no puede existir
antagonismo en la mente que comprende. Las
escrituras de los místicos Cristianos evidencian
la intensidad de su propósito y devoción hacia
el Amado – y existe sólo un Amado. Se
encontrará que la devoción hacia el Sagrado
Corazón es un enlace con la filosofía Sufi, la cual
la reconoce y practica en sentido más
verdadero.
El Sufismo es misticismo? Así como se
considera el verde como el color de Irlanda, y no se
puede decir que pertenezca sólo a los
irlandeses, porque todos se pueden vestir de verde, y
el verde se encuentra por todo el mundo, así
los místicos en el Islam han sido llamados Sufis,
pero el Sufismo, sabiduría divina, es para
todos, y no está limitado a cierta gente. Ha
existido desde el primer día de la creación, y
continuará difundiéndose y existiendo hasta el
final del mundo. El Sufismo es un misticismo
si uno desea ser guiado por él en la apertura del
alma. Sin embargo va más allá del misticismo.
El Sufismo es una teosofía? Los Sufis no
tienen una creencia o incredulidad establecida. La
luz divina es el único sostén de su alma, y a
través de esta luz ven su camino claro, y lo que
ven en esta luz lo creen, y lo que no ven no
lo creen ciegamente. Así que no interfieren con
la creencia o incredulidad de otra persona,
pensando que tal vez una mayor porción de luz ha
iluminado su corazón, y por eso ve y cree eso
que el Sufi no puede ver. O, tal vez una
porción menor de luz lo ha mantenido su visión
disminuida y no puede ver o creer como cree
el Sufi. Por lo tanto, los Sufis dejan la
creencia y la incredulidad a un grado de evolución de
cada alma individual. El trabajo del Maestro
es encender el fuego del corazón, e iluminar la antorcha del alma de su alumno,
y dejar al alumno creer y no creer tal como escoja, mientras
haga su viaje a lo largo de su camino de
evolución. Pero al final, todo culmina en una
creencia, “Hurna man am”, es decir, 'Yo soy
todo lo que existe”; y todas las creencias son
preparatorias para esta convicción final, que
se llama “Haq al-Iman” en la terminología Sufi.
Tan pronto como se usa la palabra “teosofía”
para significar algunas creencias o
incredulidades fijas, existe una diferencia
con el Sufismo. Las creencias y las incredulidades
son la causa de las sectas, estando cada una
de éstas cegada por la visión de ser el carácter
único de la totalidad de la existencia. Tan
pronto se restringe el pensamiento, deja de ser
Sufismo.
¿Es el Sufismo una escuela de pensamiento? La
sabiduría no se limita a un punto geográfico
tal como un país, una ciudad, un edificio o un
lugar de reunión. El Sufismo no se puede
describir correctamente como una escuela de
pensamiento, si por ello se quiere referir a una
determinada doctrina; pero podría ser correcto
referirse al Sufismo como una escuela de
pensamiento en el sentido de que a través del
Sufismo uno aprende sabiduría, igual que en la
escuela uno aprende sabiduría de un cierto
tipo. El Sufismo sobrepasa la filosofía.
En relación a la actitud de los Sufi hacia lo
correcto y lo incorrecto –que estos son producidos
por el hombre- uno se podría preguntar cómo
puede importar qué hacer la persona. La
respuesta es, que importa a aquéllos a quienes
les importa, y no importa a aquéllos a quienes
no les importa. A este respecto, si el Sufi no
tiene nada qué decir a su seguidor, es esto:
refrán de hacer aquéllos que nos impide
alcanzar el propósito en su vida interna y externa.
No actúe en contra de su ideal, por cuanto
nunca será satisfactorio para usted; no estará
complacido con sí mismo y esta desarmonía en
su ser interno y externo no permitirá la paz,
que es su anhelo, sin lo cual la vida se torna
infeliz. “Correcto” es el camino directo al cual
se inclina a seguir el alma en la vida, pero
cuando uno camina extraviadamente, dejando el
camino directo en la vida debido ya sea a la
negligencia o ignorancia, o por debilidad o por la
atracción de alguna tentación en el camino,
una que se puede decir que está mal.
¿Qué es lo bueno y qué es lo malo? Hay dos
respuestas para esta pregunta. Primero se podría
decir: bueno es aquello que tú consideras como
bueno, y el efecto del cual está de acuerdo
contigo tanto en su principio como en su
final. Malo es aquello que consideras malo y cuyo
efecto es desagradable en el principio y en el
final. Si lo bueno y lo malo no tienen un efecto
agradable o desagradable en un primer momento,
o tienen un efecto contrario al principio, el
que sea que sea realmente agradable o
desagradable lo sabremos al final. La segunda
respuesta es que todas las cosas que parecen
buenas y malas son los extremos opuestos de
una línea, y es difícil decir dónde termina lo
malo y comienza lo bueno, por cuanto
constituyen términos comparativos; un menos
bueno podría parecer malo cuando se compara
con uno mejor, y el menos malo en comparación
con el más malo podría parecer bueno. Si no
hubiera malo, lo bueno no se podría valorar.
Sin injusticia , no se podría apreciar la justicia.
Por lo tanto la totalidad de la alegría de la
vida se expresa en dualidad.
¿Porqué existe tanto sufrimiento en la vida,
cuando Dios se describe como misericordioso? Si
Dios fuera un ser separado del hombre, y se
regocijara del sufrimiento del hombre, entonces
se le podría culpar. Pero él, tal como se da
cuenta el Sufi, es el que hace sufrir y el que sufre
; y aún así El está más allá de todo
sufrimiento. Este hecho se puede comprender no
únicamente creyendo en Dios, sino
conociéndolo. Suponga que sus manos han soltado un gran
peso en sus pies y que le duelen, debe culpar
sus manos? No, por cuanto ellas comparten la
pena con los pies, y aun cuando los pies
parecen haber sido heridos, aún así el que siente el
dolor es tu ser absoluto. En realidad ese ser
se siente herido y por lo tanto la mano comparte
el dolor del pie. De igual forma sucede con
Dios. Nuestra propia vida es Suya y El no carece
del sentimiento de alegría o dolor que
sentimos. En realidad, El siente lo que imaginamos
que sentimos, y aún así al mismo tiempo Su Ser
perfecto lo mantiene por encima de todas las
alegrías dolores terrenales; y nuestra
imperfección nos limita, de manera que estamos sujetos
a todas las alegrías y las penas,
independientemente de lo pequeñas que sean.De acuerdo con el Sufi la diferencia
entre el pecado y la virtud es como la diferencia entre lo
bueno y lo malo. Son términos comparativos.
Una virtud menor comparada con una virtud
mayor parece ser un pecado, y un pecado menor
comparado con un pecado mayor se
considera virtud. La inclinación del alma es
hacia lo bueno; es solamente cuando el alma está
indefensa en las manos del ser menor que se
inclina hacia lo malo.
De nuevo debemos decir: pecado y virtud son
los estándares de lo bueno y lo malo hechos
por los profesores de religión; son los
estándares de moral que mantienen el mundo en orden,
y es la ruptura de este orden lo que causa la
declinación de la religión, con el efecto de las
guerras, hambrunas y desastre. A fin de
conservar este orden, se envían mensajeros cada
cierto tiempo, y se designan controladores
espirituales en cada parte de la tierra. Uno se
podría preguntar, ¿Por qué pisotear el camino
de lo correcto y la piedad; porqué pasar
nuestra vida enseñando y predicando a la
humanidad? Es natural. Cada corazón amante e
iluminado tiene el deseo de ver a otros
participar en su visión de la gloria. Por otro lado,
pareciera que algunas personas se sienten
bastante felices pecando. Entonces no existe
ninguna restricción sobre el pecado? La
respuesta es: el pecado nunca lo puede hacer a uno
sentirse feliz. Aun cuando haya habido placer
en el pecado por el momento, éste resonará, y
el resonar de un nota falsa nunca es
placentero para el oído musical. Si una persona
estuviera realmente feliz en su “pecado”, uno
podría sentirse satisfecho de que fuera
realmente su virtud, y que es sólo para
nosotros, desde nuestro punto de vista, que su acción
es pecaminosa. Por lo tanto el Sufi se ocupa
de su propio viaje, y no juzga a los demás.
Si solo existe una diferencia comparativa
entre lo bueno y lo malo, el pecado y la virtud, por
qué debe existir el castigo para lo malo y
recompensa para lo bueno? El efecto de lo bueno
en sí es una recompensa para lo bueno, y el
efecto de lo malo en sí es un castigo. Desde
nuestra perspectiva limitada, talvez,
atribuimos estos efectos a una tercera persona, a un
ideal divino. Pero qué pasa entonces con la
creencia del ortodoxo, de que si alguien pide
perdón antes de su muerte, sus pecados serían
perdonados por Dios? Pareciera difícil de
creer que esa persona que ha pecado a lo largo
de su vida pudiera ser perdonada de sólo
hacer una simple solicitud antes de la hora de
la muerte. La respuesta es, que es
absolutamente cierto que toda una vida de
pecado puede ser perdonada por la misericordia
divina en un momento, igual que una solución
química puede eliminar las manchas de años de
la superficie de una roca en un instante. La
verdadera pregunta es, si la solicitud es
suficientemente seria. No es tan fácil como
parece, por cuanto es una cuestión de
misericordia divina; y si una persona ha
continuado cometiendo pecados, en cada pecado ha
perdido su creencia en el juicio del Ser
divino y en su poder. Por lo tanto ha sembrado la
semilla de la no creencia en su corazón y ha
cercado esta planta por sus pecados. Siendo eso
así, ¿cómo puede al final desarrollar
suficiente fe en un instante para creer en la misericordia
divina? Lo cosa más sencilla se convierte en
la más difícil para él.
Por esta razón, los maestros de la humanidad
han enseñado al hombre la fe como la primera
lección de la religión. Se les perdonan los
pecados de toda su vida, a quienes siempre han
creído que en cualquier momento puede llegar
la muerte y se han salvaguardado de hacer
cualquier cosa que no cumpla con el placer de
su Señor, y cuando, debido a la imperfección
humana, han fallado en hacerlo correctamente,
deben haber pedido perdón seriamente.
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